El curso de la pandemia por Covid-19 ha evidenciado cambios en los hábitos de consumo de la población. Al parecer, los consumidores han tendido a preferir dietas menos nutritivas, menos frescas y más económicas, asegura la FAO (Organización de la Alimentación y Agricultura de las Nacionales Unidas).
Según la FAO, dicha decisión podría explicarse por una disminución significativa del ingreso familiar y las restricciones a la movilidad impuestas para evitar la propagación del coronavirus.
Es sabido que una mala nutrición supone mayores riesgos de contraer enfermedades. Según un reciente estudio realizado por la FAO, en América Latina hemos convivido en tiempos recientes con alarmantes cifras de malnutrición por sobrepeso, obesidad y desnutrición.
Costa Rica no es la excepción, dado que presenta una alta prevalencia de enfermedades no transmisibles.
Lo anterior queda en evidencia en la Encuesta de Factores de Riesgo Cardiovascular de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), 2014. En esta se encontró una prevalencia de hipertensión arterial de 36,2%, un sobrepeso de 36,8% y obesidad del 29,4%. En la Encuesta de la CCSS del 2018 se encontró una prevalencia de diabetes en la población general de 14,8%.
Además, somos el país de Centroamérica con mayor sobrepeso y obesidad en la población escolar y adolescente. En el I Censo Escolar Peso-Talla de Costa Rica (2016), realizado en la población de 6-12 años de edad, se mostró un 34% de exceso de peso. En la Encuesta Colegial de Vigilancia Nutricional y Actividad Física (2018) realizada con estudiantes de 13 a 17 años de colegios públicos y privados por el Ministerio de Salud, se demostró que el 21,1% de los adolescentes tienen sobrepeso y el 9,8% obesidad, evidenciando que más de un 30% está con exceso de peso.
Sobrepeso y Covid-19
Las cifras anteriores representan un problema de salud pública, aún más grave en tiempos pandemia, toda vez que el Covid-19, según la evidencia disponible, es especialmente peligrosa para las personas con sobrepeso.
Comer de manera saludable minimiza los riesgos de contraer enfermedades. Eso no ha cambiado durante la pandemia. Las iniciativas de los gobiernos deben, entonces, apuntar a una alimentación más saludable, asegurando el acceso a productos frescos y nutritivos, impulsando campañas comunicacionales que pongan en valor la alimentación saludable y, por último, facilitando la comercialización de productos frescos y de calidad producidos localmente por pequeños y medianos productores.
Gobiernos deben promocionar una nutrición saludable
Es fundamental que los gobiernos protejan los circuitos cortos, como son las ferias del agricultor, por los muchos beneficios que tienen para la agricultura familiar, la venta minorista y los consumidores. Siempre será preferible proveer a mercados minoristas del equipamiento de protección personal necesario, antes que clausurarlo, lo que merma las posibilidades de los productores de comercializar sus productos y a los consumidores de acceder a alimentos frescos y saludables a un precio justo.
Por otra parte, los gobiernos deben promover -mediante campañas de comunicación- el consumo de alimentos saludables con el fin de mejorar la salud pública, blindarla contra enfermedades y disminuir los costos de salud que implican las dietas basadas en comida chatarra, que lamentablemente son más accesibles en ciertas regiones.
Una de las formas de hacerlo es el etiquetado frontal y simple que advierte a los consumidores si los productos que compran son altos en grasa, sal, azúcar u otro producto que en altas cantidades resulta nocivo para el organismo.
Actualizado el 23 de julio a las 7:34 p.m.
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