Por: Marianela Alvarado, Colegio de Profesionales en Nutrición
El Alzheimer es una de las enfermedades que requiere más atención por parte de los cuidadores. Por esta razón, hoy queremos llamar a la reflexión sobre la importancia del autocuidado de quienes están a cargo de pacientes con esta afección.
Debemos empezar comprendiendo que el Alzheimer es una patología progresiva, en donde se produce una menor producción cerebral de un neurotransmisor llamado acetilcolina. Esto provoca un deterioro en el rendimiento de los circuitos colinérgicos del sistema cerebral y llevando a un deterioro cognitivo que afecta el desempeño de las actividades de la vida diaria y causando a su vez afectaciones en las funciones mentales como la memoria, el lenguaje o el razonamiento, así como un deterioro a nivel general.
La alimentación juega un papel fundamental para lograr un equilibrio tanto en el cuerpo, como en la mente y en el espíritu. Es importante incluir tanto micronutrientes (vitaminas y minerales) como macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas).
Los primeros ayudan al crecimiento y desarrollo del organismo, mantienen el sistema inmune sano, fortalecen huesos y dientes, ayudan a absorber calcio, contribuyen con la salud sanguínea, fomentan el buen funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso.
Cada una de las vitaminas tienen funciones para conseguir esa armonía que necesita nuestro cuerpo y mente y los minerales realizan diferentes aportes. Por ejemplo, el calcio beneficia al sistema nervioso, huesos, dientes y coagulación de la sangre, el cobalto estimula la producción de glóbulos rojos y el cobre contribuye en el mantenimiento de los tejidos corporales como el hígado, cerebro, riñones y corazón.
Algunos alimentos que contienen minerales y vitaminas son: zanahorias, brócoli, chile dulce, huevos, pescados, naranjas, bananos, aguacate, tomates, cebollas, remolachas y jengibre. En un plato de comida, entre más alimentos de colores contenga más vitaminas y minerales aporta.
Los macronutrientes favorecen la salud intestinal, regulan los niveles de colesterol en sangre, reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y el cáncer y ayudan a la producción de hormonas.
En el caso de los carbohidratos, son la primera fuente de energía en el cuerpo, las proteínas ayudan al crecimiento y reparación de tejidos y las grasas ayudan a la absorción de las vitaminas.
Recomendaciones complementarias
Existen otras recomendaciones complementarias a la alimentación que contribuyen a que los cuidadores lleven todas las etapas de la enfermedad de Alzheimer de una forma saludable.
Una respiración consciente ayuda a bajar los niveles de estrés y ansiedad. Esta práctica tiene múltiples beneficios para la salud y ayuda a mantener el ritmo cardíaco estable.
Asimismo, existen terapias alternativas avaladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que también forman parte de una vida saludable. Por ejemplo, la musicoterapia que entre otras cosas relaja, estimula la memoria, incrementa el autoestima y promueve nuevas relaciones sociales.
Bailar es una manera de realizar actividad física, ayuda a la coordinación y flexibilidad y retarda el proceso de envejecimiento cerebral. Por su parte, la meditación brinda relajación profunda, promueve contar con la mente tranquila, reduce el estrés y la tensión muscular y mejora la respiración.
Para lograr una armonía en cuerpo, mente y espíritu debemos llevar una vida saludable para así evitar las “enfermedades” y poder cuidar a los demás.
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