
Por: Ernesto González, Licenciado en Ciencias Pedagógicas
Indagando en el diccionario de la Real Academia Española, una competencia se considera “Pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado”.
Hay competencias laborales y educativas. En el caso de ésta última se plantea como: “Conjunto de comportamientos sociales, afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, un desempeño, una actividad o una tarea”.
De “aterrizar” un tanto, la resumiría en que: los estudiantes aplican sus conocimientos en un contexto real, donde comprenden y además integran los distintos aprendizajes; los relacionan entre sí y utilizan de manera práctica en las posibles situaciones o circunstancias a las que tengan que enfrentarse diariamente.
Habilidades duras y blandas
También se suele denominar a las competencias habilidades duras, donde se evidencia un hacer; de aquí que pueden cuantificarse o evaluarse.
A lo anterior se incorporan las llamadas competencias blandas o suaves, consideradas habilidades personales que poseemos y que se pueden utilizar en cualquier campo en el que nos desempeñemos. Nos ayudan a interactuar con los demás, pues poseen un carácter subjetivo – ya que son más difíciles de cuantificar - dado que se vinculan con la forma en que la persona se relaciona e interactúa con otras personas.
Pero si hablamos de relacionar e interactuar, ¿cómo se comportarán las competencias blandas ante la educación virtual, cuando el docente no necesariamente está cara a cara con los estudiantes, ni los propios estudiantes entre sí?
Claves en la educación
Hablemos entonces de las competencias blandas (principales) y su posible “ablandamiento”; para ello comenzamos con la comunicación y escucha activa.
Saber comunicar ideas y recibirlas (escuchar) es parte clave, pero si el estudiante habla muy bajo (no se comunica adecuadamente) y paralelo a ello, no toma notas o apuntes y está desanimado, probablemente no está escuchando realmente lo que está diciendo, peor si está viendo otro dispositivo electrónico. Como consecuencia, no preguntará, no participará y no será evaluado.
El trabajo en equipo es muy relevante, ya que "la unión conlleva al éxito”; sin embargo, si el estudiante anterior que no atendió, ni escuchó quienes son los integrantes del equipo y las orientaciones para el trabajo, una opción es permitir el trabajo individual, pero la posibilidad de aprender a hacer, su resultado de lograrlo, será cuestionable.
La planificación y la gestión del tiempo es esencial. De no tener claro el horario (previo) en que deberá conectarse a la clase, foro, entrega de trabajos en tiempo, posiblemente retire o abandone la clase.
Asimismo, la negociación es considerada como la habilidad de llegar a un acuerdo entre dos o más partes. Pero, ¿realmente podrá lograrlo cuando su comportamiento no ha sido el mejor, consigo mismo, con sus compañeros de equipo y con el profesor?, ¿estaría en condiciones de pedir una prórroga para la entrega de trabajos tardíos?
La rama de la filosofía que estudia la conducta humana, lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, la moral, la virtud y el deber, de no ser ético, podría catalogar al estudiante en un negativo desempeño. En resumen, no podrá cumplir con otras competencias blandas como liderazgo, toma de decisiones o mentalidad de crecimiento; no tendrá apertura a la retroalimentación, inadaptable.
No queda duda que la educación virtual dificulta aún más el trabajo de los docentes, que estando frente a sus estudiantes de por sí es complejo, pero la perseverancia, el nivel de exigencia y flexibilidad, el uso de estrategias pedagógicas adecuadas con las TIC, logrará poco a poco “endurecer las competencias blandas”.
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