Por: Ernesto González, Profesor Universitario
Resulta usual que tras algún evento masivo, marchas o fiestas, nos demos cuenta como constancia gráfica y palpable que la actividad se realizó, inclusive con la posibilidad de calcular a grosso modo la cantidad de participantes. Esto por la cantidad de bolsas plásticas que quedan en la grama, en la calle, hasta en los árboles -producto de los vientos- como huella de que por ahí pasaron una cantidad significativa de personas que se divirtieron unos, protestaron otros. Quedaron los empaques de agua ¿pura? y confitería diseminados a lo largo de kilómetros y que obviamente contrastan no solo con la belleza de la naturaleza, sino que afean, dándonos una señal de ser poco cuidadosos, por decir una palabra conservadora.
¿Qué propiedades tienen los plásticos?
Son las sustancias de distintas estructuras y naturalezas que carecen de un punto fijo de ebullición y poseen durante un intervalo de temperaturas propiedades de elasticidad y flexibilidad que permiten moldearlas y adaptarlas a diferentes formas y aplicaciones. Poseen resistencia, flexibilidad, capacidad de recibir impresión, transparencia, impermeabilidad, claridad, facilidad para reciclar, posibilidad de reutilización, pero basado en la resistencia y la impermeabilidad se hacen no degradables.
Qué es la degradación
Es la transformación de una sustancia compleja en otra de estructura más sencilla. El hecho de que el plástico no sea degradable, le impide su destrucción con tanta facilidad. O sea, no susceptible de asimilarse de nuevo en la naturaleza bien sea por efectos de la lluvia o el calor, demorando nada más y nada menos que unos 500 años en degradarse.
¿Se imagina usted una de las carreteras principales de nuestro país, durante 500 años “adornadas” de bolsas plásticas? Pero para “añadir la gota” que derramará el vaso, los plásticos como desecho generan acumulación de aguas, que se convierten en criaderos de mosquitos, transmisores de enfermedades como el dengue, estancamientos y obstrucción de tuberías. Es decir, pueden ocasionar un simple desastre.
Todo esto nos conlleva a pensar en el daño que hacemos cuando compramos cualquier producto cuyo envase es plástico y ante la carencia de un recipiente donde botarlo termine agrediendo al planeta Tierra.
Cuidar nuestro entorno
Tenemos condiciones para no partir de cero: Muchos esfuerzos se han realizado por acciones concretas de instituciones del Estado y organismos no gubernamentales, formando sobre todo a los más jóvenes en cómo hacer nuestra vida más confortable y limpia. Sin embargo, nos encontramos el contraste, que son los mayorcitos quienes con su mal ejemplo echan a perder lo que la escuela enseña.
A nadie le gusta que le ensucien su casa, acaso fuera ¿sí? Espero que, al llegar a su casa, al trasladarse en cualquier medio de transporte, tenga más cuidado en reciclar o reutilizar lo desechable. Piense en qué lugar debe depositarse y nos ayude a hacer de nuestro país, un país libre de contaminación.
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