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Covid-19 agrava la seguridad alimentaria y nutricional

Costa Rica debe mejorar la resiliencia en la cadena de suministros en todo el sistema alimentario

Por: Dra. Karol Madriz, Nutricionista

Enfrentar la crisis actual de la Pandemia del Covid-19 plantea enormes desafíos tanto para la salud pública como para la seguridad alimentaria y nutricional (SAN) de la población. Las consecuencias negativas, transcienden al sector salud pero representan un problema de salud inmediato a corto, mediano y largo plazo en el sistema alimentario.

El Covid-19 tiene repercusiones en todos los ámbitos de la SAN: disponibilidad, acceso, consumo, utilización biológica, inocuidad y estabilidad. Esto debido a sus consecuencias directamente en el sistema alimentario, mediante impacto en la oferta y demanda de alimentos, e indirectamente a través de la disminución del poder adquisitivo, la capacidad de producir y la de distribuir alimentos.

Esta situación afecta más fuertemente a la poblaciones más vulnerables –las de bajo nivel socioeconómico- porque tienen menos recursos para hacer frente a la pérdida de empleo e ingresos. Por otra parte, el aumento de los precios de los alimentos y la inestabilidad en la disponibilidad, presentan dificultades de acceso de alimentos sanos y seguros, y por lo tanto tienen menos capacidad para adaptarse a la crisis.

Las desigualdades se agravan

Las políticas de distanciamiento social y prevención del contagio causan una caída en la demanda general y en la demanda de servicios relacionados con los alimentos -por ejemplo, restaurantes y hoteles- con repercusiones en la pérdida de empleos e ingresos.

En un primer momento, la pandemia crea un incremento en la demanda, por las “compras de pánico”. Posteriormente, se vive una tendencia decreciente en la demanda, tanto en términos de capacidad física como de capacidad económica para acceder a alimentos por la pérdida de empleos y la “congelación” de los sectores económicos.

Debido a lo anterior, es probable que la calidad nutricional de la dieta de la población se vea afectada, a medida que las personas cambien su patrones de compra de alimentos, reemplazando los alimentos más saludables y frescos como son las frutas, vegetales, de mayor costo, por alimentos más accesibles, por su bajo precio, de mayor vida útil y preenvasados, que se caracterizan por ser productos ultra procesados, de bajo valor nutricional por su alto contenido de nutrientes críticos tales como: sodio, azúcar y grasa, que aumentan el desarrollo de enfermedades no transmisibles.

En este sentido, el distanciamiento social, para los más privilegiados representa tener más tiempo para estar en una casa con electricidad, agua potable, descanso, tiempo para ejercicios, cocinar en familia comida más saludable, a base de frutas, vegetales, leguminosas, pescados, semillas y estar menos expuestos a condiciones de vida obesogénicas y se convierte en una oportunidad para adquirir estilos de vida más saludables.

Sin embargo, para la mayoría, significa hacinamiento, falta de higiene, violencia intrafamiliar, empobrecimiento y menor acceso a alimentos saludables, inocuos y seguros para su consumo. Esta “paradoja” probablemente agrava las desigualdades y aumenta la inseguridad alimentaria en la población, tanto en términos de cantidad de alimentos disponibles, como de la calidad nutricional (más calóricos, con más azúcares, sodio y grasas saturadas), fomentando la doble carga de enfermedad: obesidad y desnutrición.

Las acciones para minimizar la propagación del Covid-19 (autoaislamiento, cierre de restaurantes, disminución de la jornada laboral, etc.) tienen un impacto en la seguridad alimentaria y la nutrición, y la enfermedad misma que está influyendo en la producción y distribución y consumo de alimentos. Si bien es cierto que el Covid-19, puede ingresar al organismo de cualquier persona, en términos socioeconómicos no a todos les afecta por igual. Quienes no mantengan una alimentación saludable que incluya frutas y vegetales, podrían tener un sistema inmunológico débil, y tener una menor capacidad para hacer frente al contagio.

Mejorar la resiliencia alimentaria

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La crisis de la pandemia resalta la necesidad de mejorar la resiliencia en la cadena de suministros en todo el sistema alimentario. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los países deben de adoptar medidas para prever y mitigar las posibles perturbaciones que la pandemia pueda provocar en la SAN y en los medios de subsistencia de las personas, evitando las reacciones de pánico que pueden agravar estas repercusiones y deteriorar la SAN de los más vulnerables. Para esto, recomienda reforzar los sistemas de producción y distribución de alimentos para luchar contra el hambre, la inseguridad alimentaria nutricional y la prevención de las enfermedades no transmisibles.

La FAO insta a los países a satisfacer las necesidades alimentarias inmediatas de sus poblaciones vulnerables, mediante programas de protección social, para las personas más pobres y vulnerables durante la crisis del Covid-19. Recomienda que se incorporen disposiciones para garantizar el cumplimiento del Derecho a la Alimentación, en términos de cantidad y de calidad nutricional. Solicita evitar interrupciones en el movimiento y comercio de los alimentos, para garantizar que funcionen sin problemas ante la crisis, a fin de estabilizar los sistemas alimentarios para que puedan apoyar la SAN.

Los gobiernos deberían alentar a las comunidades locales y a los ciudadanos a aumentar la producción local de alimentos (la agricultura familiar y comunitaria), a través de un paquete de estímulos apropiados (en efectivo y en especie) a fin de aumentar la resiliencia alimentaria, minimizar el desperdicio de alimentos y evitar el acaparamiento a fin de que todos los miembros de la comunidad se aseguren el acceso equitativo a los alimentos. Igualmente se debe proporcionar asesoramiento a los trabajadores involucrados en la producción, manejo y procesamiento de alimentos para ayudar a evitar el contagio y propagación del COVID-19.

Asimismo se deben crear las relaciones oportunas y efectivas para que productos de exportación de alta calidad como son la sandía, melón, banano y otras muchas frutas y legumbres, además de productos lácteos, no se desperdicien y se puedan comprar y distribuir a la población más necesitada.

Garantizar el derecho a la alimentación

Para hacer frente a la pandemia del Covid-19, Costa Rica está garantizando el derecho a la alimentación mediante el fortaleciendo los programas de alimentación complementaria, como es el Programa de Alimentación y Nutrición del Escolar y del Adolescente (PANEA), del Ministerio de Educación Pública, en el cual se ofrece un paquete de alimentos a las familias que tienen estudiantes en el sistema educativo y utilizan el servicio de comedor estudiantil.

Igualmente, el Gobierno lanzó el Bono Proteger -la ayuda económica temporal de tres meses para las personas afectadas laboralmente por la emergencia sanitaria del Covid-19. Este bono tiene como uno de sus objetivos satisfacer las necesidades alimentarias.

El gran reto para estas dos medidas es establecer mecanismos para asegurar que los beneficios lleguen a la población correcta y que se satisfagan las necesidades nutricionales cumpliendo criterios de cantidad, calidad nutricional e inocuidad.

Es necesario establecer medidas para regular el precio de los alimentos y de esta manera garantizar el acceso físico y económico de productos saludables como frutas, vegetales, leguminosas (frijoles), arroz, lácteos, pescado, etc., especialmente para poblaciones vulnerables. En este sentido, es oportuno hacernos la pregunta: ¿será urgente establecer en el país una canasta básica de alimentos (CBA) con un enfoque nutricional?

Además, considerando el papel que juega el estado nutricional sobre la función inmunológica, es necesario que el Gobierno dirija un mensaje a la población, mediante campañas de educación, comunicación y mercadeo social, para promover una alimentación saludable, variada y se recalque que es una responsabilidad de todos(as), independientemente de la posición social, nivel de vulnerabilidad y grupo etáreo.

En estos tiempos de Covid-19, es urgente, hacer un llamado a la coordinación, articulación y sinergia de todos los actores sociales que intervienen en la seguridad alimentaria y nutricional, con el objetivo de repensar, reestructurar el sistema alimentario e implementar políticas para garantizar el derecho a la alimentación y entornos alimentarios saludables y sostenibles.

Fuentes:
Impacto del COVID-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición, 2020.Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Comité de Seguridad Alimentaria Mundial. Grupo del Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición.
La COVID-19 y las desigualdades sociales, 2020. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
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