Aunque las actividades que realizamos con regularidad, como hacer las compras, darle mantenimiento al hogar o caminar al trabajo, pueden parecer demandantes físicamente, no sustituyen el ejercicio físico.
María Fernanda Herrera, coordinadora de investigación de la Red Centroamericana de Investigación en Movimiento Humano para la niñez y adolescencia (REDCIMOVI), explica por qué estas tareas no tienen mayor efecto en nuestra condición.
“Nuestro cuerpo se adapta y este tipo de actividades que hacemos diariamente ya no son actividades que generen un esfuerzo en nuestro cuerpo. Para que seamos físicamente activos y logremos esos cambios que queremos en nuestro cuerpo, requerimos que con el tiempo vayamos haciendo cambios”.
Estos cambios implican variaciones en la rutina, aumento en los tiempos o intensidad de los ejercicios e incluso cambiar la disciplina que se está practicando.
Es recomendable ir incorporando estos cambios paulatinamente, por ejemplo, si se inició con una caminata de 30 minutos, subirla a 35 la siguiente semana y posteriormente a 40 minutos. O si se realiza la práctica 2 días por semana, ir aumentando la frecuencia, siempre manteniendo días de descanso.
Practique una actividad que le emocione
En la búsqueda de ser físicamente activos, Herrera le recomienda a las personas buscar una actividad que responda a sus gustos y preferencias.
“Lo primordial es buscar aquello que nos gusta, si usted es una persona que no tiene mucho tiempo pero si está buscando un actividad física que le motiva y le gusta, va a sacar ese tiempo que le queda ya sea en la mañana, en la noche, al mediodía, para ir a realizarlo porque está motivada”, comenta.
Además explica que es importante “desarrollar metas y objetivos que sean realistas, muchas veces queremos ver los resultados ya, ojalá en un mes o una semana y eso no es prudente”.
Para la investigadora, proponerse metas a plazos moderados y ser constante con el proceso, se puede acompañar de un sistema de recompensas. Es decir, que cuando se cumpla ese objetivo planteado la persona pueda regalarse algo que le entusiasme, por ejemplo un viaje.
Beneficios de una práctica constante
Si bien, los cambios físicos pueden ser el resultado que se persigue en un principio, practicar una actividad física con frecuencia, genera un impacto positivo a nivel psicológico.
“La parte psicológica es sumamente importante y empezamos a ver resultados prácticamente desde el primer día, porque a nivel hormonal nuestro cuerpo libera sustancias como las endorfinas, que nos hacen sentir muy a gusto”, explica Herrera.
Antecedentes de depresión, de ansiedad o insatisfacción se contrarrestan con el ejercicio. Además, hacer ejercicio en grupo nos permite ampliar nuestra red social y al compartir con personas que tienen metas similares podemos sentirnos más motivados y acompañados.
“Muchas veces creemos que tenemos que ir a pagar un gimnasio o algún centro, pero eso no es lo importante, hay muchas actividades que podemos realizar desde nuestro hogar, o al aire libre como por ejemplo el baile, la caminata, inclusive salar a andar en bicicleta o trotar”
Centre su atención en su estado emocional y esa sensación de bienestar que irá en aumento le impulsará a continuar con la práctica de forma disciplinada hasta obtener los beneficios del entrenamiento en su cuerpo.
María Fernanda Herrera. REDCIMOVI.
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