
Pocos meses después de aparecer el primer caso de Covid-19 en Wuhan, China, especialistas de agrupaciones como Médicos por la Verdad y de la Organización Mundial por la Vida (OMV), han cuestionado cómo se ha tratado la situación sanitaria por parte de los gobiernos.
Recientemente la Dra. Karina Acevedo Whitehouse, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), cuestionó en una conferencia de la OMV, seis argumentos que la comunidad científica, los tomadores de decisiones y los medios, según ella, han defendido sobre las vacunas contra el virus, sin oportunidad de diálogo ni dialéctica con expertos que tienen ideas distintas.
“Llevo meses pidiendo que haya diálogos y debates. Solicitando que se pueda volver a esto que es esencial en el quehacer científico. Es importante intercambiar ideas, para ver cuáles tienen más sustento y si hay más evidencia. No se ha podido descubrir la verdad mediante la confrontación de argumentos científicos”, manifestó Acevedo.
Por esta razón, la investigadora contrastó argumentos como: “solo las vacunas dan inmunidad”, “detienen la transmisión de la enfermedad”, “los anticuerpos que se vacunan son mejores y duran más”, “los no vacunados no están protegidos”, “la vacunación ha sido esencial para reducir enfermedades infecciosas” y, “son seguras y con pocas reacciones”.
El cuerpo tiene respuestas contra el virus
La experta comparte que las vacunas son inmunogénicas, pero no que son la única manera de generar protección. “Tenemos muchas maneras de responder ante el SARS CoV-2. Poseemos muchas células del sistema inmune innato. La generación de anticuerpos no es la única respuesta, tenemos otras respuestas, más toda la interacción en distintos procesos que nos permiten responder contra este virus”, recordó.
Constantemente se menciona que las vacunas protegen entre un 95% (Pfizer) y un 65% (Sinovac); dato que ha sido dado por las mismas casas farmacéuticas a través de sus reportes de eficacia.
Sin embargo, cuando hablan de eficacia, se refieren a la reducción del riesgo relativo, “cuando también tendrían que dar a conocer la reducción del riesgo absoluto y las farmacéuticas típicamente no lo reportan”, comentó. Ella asegura que el riesgo absoluto -como lo han reconocido estudios como el de Noorzij et al.(National Library of Medicine)- también deberían darlo las farmacéuticas para tomar decisiones informadas. En el caso de las vacunas según Olliaro et al. (Lancet Microbe) el cálculo del riesgo relativo es que para poder proteger a un individuo deben vacunarse 119 con Pfizer, por ejemplo.
Baja de casos coincide con reducción del número de ciclos de aplicación de pruebas
Con la campaña de vacunación, comenzaron a circular opiniones sobre si las vacunas detenían la transmisión. Según Acevedo, los ensayos de las dosis únicamente analizaron si prevenían cuadros leves, moderados y severos sin hospitalización. Pero no estudiaron si prevenía la infección o la transmisión, o bien, si prevenía la muerte.
“Las vacunas en general no detienen la infección, lo que suelen hacer es evitar que a esos agentes que entraron, se les haga más fácil multiplicarse. No necesariamente lo detienen”, enfatizó la doctora.
Para ella, lo primordial es evitar que la infección sea menor, con lo que habría menos enfermedad. Si bien en países como Estados Unidos, México y Canadá hay una disminución en el número de casos de Covid-19 a partir de enero y febrero, Acevedo expresó que sería ingenuo pensar que fue por la vacunación, pues durante esos meses solo se alcanzó aplicar la dosis a menos del 0,5% de la población.
De lo contrario, apunta a que pudo tener relación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió a los países justamente en el mes de enero, reducir el número de ciclos de aplicación de las pruebas de Covid-19, dado que, si corren muchos ciclos, es más probable obtener falsos positivos.
“A partir de que la OMS manda esa solicitud técnica, bajan inmediatamente los casos. Es más atribuible a la baja en la aplicación, que a la vacuna”, resaltó la investigadora.
Respuesta natural neutraliza antígenos de otros coronavirus
De acuerdo Acevedo, la cantidad de anticuerpos en la sangre no quiere decir la cantidad de protección de una persona; no obstante, hay quienes creen esto sin tener una base científica.
“Creen que si ya no hay anticuerpos en la sangre, ya no se está protegido. Los anticuerpos no están constantemente en sangre, es caro producir proteínas a nivel energético”, destacó Acevedo.
Agregó que se cree que los anticuerpos vacunados son mejores y duran más, pero se olvida que la respuesta de manera natural basada en anticuerpos es larga, duradera y neutraliza a antígenos de otros coronavirus.
Todas las vacunas protegen contra una variante que ya no circula
La investigadora ha escuchado argumentos como: “las personas no vacunadas no están protegidas” o “las variantes surgen por culpa de quienes no están vacunados”, lo que contrastó con el hecho de que todas las farmacéuticas se basaron para crear sus dosis en el gen Spike, una proteína que afectó la variante que salió en enero del 2020.
“Esto quiere decir que todas las vacunas que se están utilizando hoy se centran en inducir protección contra la primera variante que apareció y nada más. Se está vacunando contra una variante que ya no circula en el planeta”, aseveró la doctora. Posterior a esa primera variante, se han encontrado más de dos millones, algunas con relevancia y otras sin ella.
Vacunas utilizadas para otras enfermedades tienen mecanismos distintos
Acevedo reconoció el papel que han tenido las vacunas en distintas campañas para erradicar enfermedades como la viruela o la poliomelitis, pero insistió en que esas dosis no son nada similares a las del SARS-CoV2.
Según la experta, las vacunas que se utilizaron para esas otras enfermedades tienen mecanismos diferentes. Además, nunca se ha vacunado masivamente durante una pandemia.
“El Covid-19 no es igual a ninguna de estas enfermedades, o como el rotavirus, que es diferente en los grupos que afecta”, dijo.
Reportes de efectos adversos exceden cualquier vacuna previa
El último argumento que cuestionó, es la seguridad. Pocas reacciones y certeza en la función de las vacunas, pues desde que comenzaron a aplicarlas no se han hecho re-evaluaciones sobre ellas y los reportes de efectos adversos tras su aplicación, exceden cualquier vacuna previa.
“La autorización de emergencia que se ha dado en los países para aplicarlas, que no son de aprobación sino de emergencia, se basan en dos meses de datos sobre seguridad, que además la fase tres excluyó condiciones y grupos. Por ejemplo, no se incluyó a personas curadas. Pero hay mucha gente que está recibiendo la vacuna que ya tuvo el virus”, detalló la investigadora.
En Costa Rica
En el caso del Ministerio de Salud de Costa Rica, se están recibiendo los Eventos Supuestamente Atribuibles a la Vacunación (ESAV) que podrían ser atribuibles a la vacuna contra Covid-19 mediante notificaciones en el centro médico donde recibió la inyección o a través del portal www.notificacentroamerica.net.
Del 24 de diciembre del 2020 -cuando comenzaron a aplicarse las dosis- al 4 de julio pasado, el Ministerio de Salud recibió 4.597 notificaciones de eventos atribuibles a la vacuna Pfizer; mientras que por la AstraZeneca se reportaron 2.197 del 19 de abril del 2021 al 4 de julio.
En el caso de la vacuna contra la Covid-19 de Pfizer, dentro de las reacciones más reportadas se encuentran los trastornos del sistema nervioso central (mayoritariamente la cefalea), seguidos de trastornos en el punto de aplicación (dolor local), de trastornos generales (fiebre) así como trastornos de la piel (erupción cutánea, herpes zoster, entre otros). Para la vacuna de AstraZeneca la cefalea también es la reacción más frecuente, seguida de los trastornos generales como fiebre y dolor, así como de trastornos del sistema músculo esquelético (mialgias, artralgias, dolor de cuerpo).

Las personas entre 30 y 39 años son quienes más reportes de ESAV han realizado a pesar de que la vacunación para mayores de 30 años inició hsta el 19 de julio, o sea que para este reporte que finalizó el 4 de julio aún no se había abierto la vacunación para este grupo:

Durante el período citado se contabilizan 24 eventos clasificados como graves, todos relacionados con la vacuna de Pfizer, 16 casos ya recuperados o en proceso de recuperación y ocho fallecidos.
En referencia a las personas fallecidas, dos casos aún se encuentran en investigación, mientras que los seis casos ya analizados se tratan de pacientes con múltiples factores de riesgo o comorbilidades, los cuales, posterior a su estudio de causalidad se clasifican como:
- Dos casos condicionales, lo que significa que la secuencia temporal es razonable y la reacción no se explicaría por el estado clínico del paciente, pero el cuadro presentado no es conocido como efecto indeseable de la vacuna.
- Cuatro casos improbables, lo que significa no cumple con los criterios para establecer una relación de causalidad con la vacuna.
Los restantes 16 casos reportados como graves, posterior a su análisis de causalidad se determinan como:
- Siete casos probables, dada la potencial relación entre el síntoma y la administración de la vacuna.
- Cinco casos posibles, dado que puede deberse a otros factores del paciente.
- Cuatro casos condicionales, lo que significa que podría estar condicionada a patologías presentadas por el paciente que pudieron desencadenar el padecimiento.
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