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Por qué no podemos dejar las redes sociales

Por qué no podemos dejar las redes sociales

“Voy a ojear Facebook 5 minutos y me desconecto”.  Al volver a ver el reloj, esos 5 minutos se convirtieron en media hora frente a la pantalla de nuestro teléfono o laptop.

Pero ¿qué pasó? ¿En qué momento voló el tiempo? ¡La ropa! ¡Los platos! ¡No fui al banco! ¡Voy tarde a recoger a los niños! Sí, ¡bienvenido a las redes sociales!

Las mismas redes que de pronto nos enredan sin darnos cuenta y hacen no sólo que el tiempo se detenga, sino también que se nos escape como arena entre los dedos.

¿Qué tienen Facebook y otras redes que no tenga la interacción cara a cara? ¿Por qué sacamos tiempo de donde no debemos para echar vistazos a las redes, pero ponemos mil excusas para tomar un café con un familiar o amigo que hace tiempo no vemos.

Según explica la Psicóloga en Terapia Familiar y de Pareja, María Ester Flores “a través de las redes sociales, hay una búsqueda de aprobación cada vez que se contacta con alguien que responde algo positivo y te toma en cuenta…  Algunas investigaciones indican que las redes sociales estimulan funciones cerebrales básicas y por eso enganchan. Dichas funciones tienen que ver con la aprobación, autosuficiencia, la comparación y el sistema de deseos sexual”.

Por eso es necesario identificar si estamos tratando de llenar espacios de soledad, miedo, angustia, pérdida de amor o pérdida laboral y estamos tratando de llenar o compensar con este vicio cibernético.

Otro punto que destaca la especialista es analizar si estamos dejando de lado lo bello de la intimidad y privacidad entre pareja, amigos y familiares.

Para el analista de medios sociales y estratega digital, Esteban Mora “si nuestros amigos y familiares están en redes sociales, hay una presión para que formemos parte de ellas. Si no querés ser parte de ellas te convertís en un marginado. En la medida en la que hemos convertido las redes sociales en la vitrina [exclusiva] de nuestro diario vivir, los demás las van a necesitar para estar al tanto de nuestra vida. La necesidad te genera una dependencia”.

Mis amigas las redes

Por qué no podemos dejar las redes socialesEnredarnos en las redes resulta cada vez más y más sencillo. Basta con meter la mano en nuestra cartera o en nuestro bolsillo y sacar nuestro teléfono inteligente y ahí está don Facebook y amigos que de inmediato nos preguntan “¿En qué estás pensando?” o don Instagram que nos muestra la mejor cara de nuestros conocidos (o desconocidos) y por supuesto, don Twitter nos ofrece “followers” que nos ponen al tanto en pocos caracteres acerca de los últimos acontecimientos y sus polémicas.

En muchos de los casos, esto tiene claro sentido si tomamos en cuenta que “hay personas muy solitarias que encuentran en las redes sociales una oportunidad de estar conectado con un mundo diferente. O personas muy tímidas que de no ser por esa vida modificada o alterada que puede tener en redes sociales no podría interactuar igual con la sociedad”, añade Mora.

Desde el punto de vista psicológico, la doctora Flores señala que las redes sociales “vienen a ser un gran apoyo para iniciar la construcción de vínculos, que luego se refuerzan en la vida real”.

En el caso de las personas más jóvenes “les es más fácil expresar y pasar por el temor del rechazo directo. Pueden probar y duele menos que bloqueen a que te desprecien en persona”, afirma la especialista.

En relación con este punto, un estudio de Global Web Index arrojó que, en Estados Unidos, el consumo de entretenimiento en redes sociales subió un 46% para este 2018 entre jóvenes de 16 a 24 años.

Esa misma investigación señala que el 39% de las personas que utilizan redes sociales lo hacen para matar el tiempo, lo que les deja un gran portillo a sus creadores si tomamos en cuenta que ahora nuestra vida se mueve a un ritmo muy diferente y según Mora “hemos desarrollado la necesidad de estar consumiendo entretenimiento 24/7, nos incomodan los tiempos muertos y qué mejor que las redes sociales para llenarlos. O sea, las redes sociales se están beneficiando de un cambio cultural”.

Ey, deme un “Like”

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Este es todo un tema. ¿Puede un “like” darnos felicidad? Pues aparentemente sí.

Podríamos deducir que las redes no sólo son una fuente mágica e inagotable generadora de dopamina, sino una pista abierta donde competimos por ser relevantes, aceptados y -¿por qué no?- admirados.

De acuerdo con Mora esta dosis de felicidad y aceptación que alimenta nuestra vanidad “nos alegra igual que cuando terminamos un buen entrenamiento”.

Es un círculo vicioso: Vanidad - Dopamina -  Felicidad - Dependencia.

Ahora, vuelva y juegue. Maquinemos nuestra próxima pose para el “selfie” o pensemos en esa frase que mostrará mi lado más crítico o tal vez el sensible y me dará “likes” por decenas. ¡Esto es magia!

Pero ¿qué pasa si el resultado no es el que esperamos?

La doctora Flores considera que “para las personas débiles de carácter, baja autoestima, tendencias severas a la agresión, sí es muy peligro. Se enganchan con más facilidad a las redes. Llega a ser casi una forma de vida. Desde el inicio de su desarrollo manejan muy mal la frustración, el trauma, y resolución de conflictos… Las redes pasan a ser familia, su vida y el poder de acomodar sus fantasías como mejor lo pueden hacer”.

El “phubbing” y yo

Aunque el término no le suene familiar, créame que tooooooodos en algún momento de nuestra historia en redes, hemos incurrido en él y me atrevería a afirmar que más de un amigo, familiar, pareja o compañero de trabajo, nos ha señalado por ello.

Sin mucho adorno el “phubbing” es cuando preferimos estar pendientes del teléfono más que de la persona que tenemos a la par.

Para el “phubbing” tampoco hay límites. Comiendo, descansando, en fiestas de cumpleaños, reuniones familiares, al lado de quien sea y cuando sea.

Injusta competencia a la que sometemos a nuestra compañía, pues resulta que deben competir por nuestra atención con un teléfono que a veces pareciera que nos lleva ventaja en inteligencia.

Desenredemos las redes

Independientemente de cuán dependiente sea usted de Don Facebook, Instagram, Twitter, Whatsapp, etcétera, etcétera; no olvide que hay personas queridas a su lado que le esperan con interés real y que también desean preguntarle “¿Qué estás pensando?”.

Prestarles atención no es tan complicado como parece. Lo hacían nuestros abuelos, nuestros padres y hasta nosotros mismos antes de este “boom” digital.

Pero mucho ojo, de acuerdo con la psicóloga Flores, si la persona llega a hacer del uso cibernético un vicio, debe también revisar en qué más tiende a viciar su vida. Lo importante es reconocer el problema y dar el primer paso, por ejemplo:

  • Busque el justo equilibrio.
  • Dé importancia al movimiento, al ejercicio físico, a la buena alimentación, y a las relaciones familiares y sociales.
  • Exprese afecto libre y espontáneamente. Abrace y bese. Disfrute de tomar fotos, videos y selfies sin dejar de lado las sonrisas reales.
  • Y por supuesto mantenga una vida espiritual que permita vivir con paz interior.

Así que vivir controlando las redes sociales sin que estas nos controlen a nosotros sí es posible y hace más felices a los que tenemos al lado.

Paula Brenes Rodríguez
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Periodista con más de 12 años de experiencia en medios como presentadora, periodista y coordinadora de contenido. Bachiller en Periodismo de la UIA.

 

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