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¡Que pereza salir al patio! ¡A mí no me gusta jugar eso! ¡Cinco minutos más en la tablet y ya! Esas son algunas de las típicas frases que ahora niñas y niños utilizan para evitar salir a realizar actividad física.
La educadora física Shaylin Obando recomienda 60 minutos diarios de actividad física en menores de edad, tiempo que los padres de familia o encargados de menores podrían distribuir durante todo el día.
Según Obando, lo principal para que un menor opte por realizar ejercicio o algún tipo de deporte es conocer a profundidad sus gustos con el objetivo de no obligarlo a practicar algo que se podría convertir en un castigo.
Además, recomienda que el padre de familia debe ser creativo y cuando ve a su hijo o hija conectado a un dispositivo electrónico, antes de ir y quitárselo a la fuerza debe ingeniar una acción de compensación lúdica que consiste en proponer alguna actividad que implique movimiento.
“A cada personalidad se le puede buscar una actividad física que se acople a sus gustos. No es necesario que los inscribamos en una escuela deportiva o en un gimnasio. Cosas tan sencillas como salir a pasear el perro por el barrio, trotar en familia, jugar a la anda o tener juguetes que generen el movimiento del cuerpo como suizas o bicicleta son herramientas baratas y efectivas”, explicó Obando.
Para esta experta, el amor al deporte se adquiere desde que se es pequeño, ya que en esta etapa es importante aprender a disfrutar del juego y progresivamente esta actitud positiva se puede proyectar hacia algún deporte.
“Es muy común ver casos de niños frustrados que desde pequeños han sido obligados a practicar deporte y cuando llegan a la adolescencia están hartos de practicar y la situación empeora cuando son adultos”, comentó Obando.
Vea las declaraciones de la educadora física del Anglo American School, Shaylin Obando.
Alarmante aumento en índices de obesidad infantil
La especialista en nutrición del programa contra la obesidad infantil “Póngale Vida” de la Universidad de Costa Rica (UCR), Xinia Fernández, considera que en el país existe una epidemia de obesidad infantil.
Según el último censo de peso y talla, realizado en escolares de Costa Rica en 2016, existe un 34% a nivel nacional de prevalencia de exceso de peso, lo cual incluye casos de sobrepeso y obesidad. Sin embargo, a nivel específico en las diferentes zonas del país los porcentajes entre el 45 y 50% de obesidad, esto quiere decir que 5 de cada 10 niños tiene problemas de peso.
“La formación de hábitos es un proceso aprendido. No hay manera de que un niño o niña aprenda a tener una alimentación saludable de la noche a la mañana si no se le ha educado en esa área desde antes de los dos primeros años de vida, según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, explicó Fernández.
Según la especialista la publicidad juega un papel negativo en el aumento de estos índices, ya que muchos padres compran la idea de que ciertos productos son adecuados para la nutrición de sus hijos.
“Quienes están a cargo de los menores hacen caso de los comerciales que dicen: vea este cereal, este juguito, este colado y cada vez nos alejamos más de los alimentos naturales como las ensaladas o los picadillos tradicionales de la mesa costarricense, los cuales por sus ingredientes son fuentes de salud”, dijo Fernández.
La experta recordó que en el país se han registrado casos de diabetes y colesterol elevado en niños menores de cinco años. Además de los casos atendidos por problemas psicológicos por el bullying que viven estos menores por su condición física y que en algunos casos hasta han llegado a depresiones extremas.
“Esto se convierte en una cadena viciosa: Si un niño tiene sobrepeso ya no juega igual, ya no se mueve adecuadamente y sus relaciones con los demás están afectadas. La obesidad es un problema que afecta el desarrollo físico y social. Son chicos que van a crecer con problemas de salud y problemas emocionales y es muy probable que mantengan ese estilo de vida en la etapa adulta”, alertó Fernández.
Para la experta la solución se encuentra en que los padres generen una rutina de juegos o ejercicio diario acompañado de una sana alimentación con alto contenido de vegetales, frutas y proteínas.
Además, señaló que el padre de familia debe prestar atención a la cantidad de dinero que le da al menor para ir a la escuela. Si en el centro educativo recibe alimentación adecuada, no es necesario ni mandarle merienda ni darle dinero, ya que esto podría generar el deseo de alimentarse sin tener hambre.
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