Por: Alejandra Tapia, FUNDES Latam
El impacto a nivel local y regional por la falta de acceso a mercados físicos durante la crisis COVID-19, o también llamada “El Gran Encierro”, es inigualable. En la región latinoamericana, al menos el 10.7% de las exportaciones cayeron debido a la contracción de la demanda global y, como vemos día con día, las restricciones impuestas a nivel país, han limitado la capacidad de operar negocios de manera física. Bajo esta coyuntura, solamente en México hemos podido ver al 65% de los negocios cerrar.
Esto implica que, al menos el 61.1% de la población económicamente activa en América Latina, se encuentra en riesgo de perder su trabajo (al ser directamente dependiente de alguna MIPYME) y más de 25 millones de personas entrarán a niveles de pobreza, entendiendo a la pobreza como la falta de servicios básicos para subsistir… ¿sabemos lo que económica y éticamente significa eso como humanidad?
La incertidumbre a nivel personal y profesional de todos y todas, desde la comunidad más remota, hasta la ciudad más avanzada, tiene algunas rejillas de luz que dejan entre ver pocas cosas “seguras”, entre ellas, que el futuro de la economía es transitar sí o sí hacia el mundo digital y que el triunfo de la globalización dio un giro inesperado regresando el pulso a los mercados locales, quienes hasta ahora habían sido presa fácil de las economías dominantes ¿será que el capitalismo y la división del trabajo global están sufriendo un golpe bajo inesperado?.
El futuro de las MIPYMES es local y digital
Una de las mayores capacidades del ser humano es la resiliencia, y ésta, junto con la solidaridad y algunos otros elementos que veremos más adelante, pueden ser los ingredientes perfectos para regresarle el verdadero valor a las cadenas de comercio local.
En la actualidad, 6 de cada 10 chiles verdes son importados desde China. Y, parece sencillo: ¿para qué importamos un producto tan emblemático si tenemos a los mejores productores en nuestro país? Sin embargo, todo se vuelve más complejo cuando consideramos todas las barreras que existen en la estructura de precios, en la logística y el acceso a mercados, o simplemente que el 50% de la economía en México es informal, y solamente un 20% de las PYMES tienen acceso a mercados digitales.
Justamente en China, desde hace algunos años, se han realizado investigaciones e implementado políticas públicas para democratizar el comercio digital incluso en zonas rurales y muchos hallazgos son positivos. De 2014 a 2017, en zonas rurales las ventas minoristas en línea tuvieron una tasa de crecimiento anual compuesta del 91%, lo cual nos deja ver que el e-commerce sí tiene el potencial de ayudar al alivio de la pobreza, pero impulsarlo requiere mucho más que simplemente dar acceso a internet a las personas.
La infraestructura, la inclusión digital, la logística, las capacidades y habilidades empresariales, así como el entorno propicio para desarrollarlas, son cruciales y en países vulnerables como los de América Latina, vienen de raíces mucho más profundas que simplemente poner sobre la mesa un nuevo medio de comercialización.
Como FUNDES, hemos trabajado por más de 35 años con MIPYMES en la región, y nuestro aprendizaje es que lo que estos emprendedores y empresarios necesitan para tener acceso a nuevos mercados y para dar un salto al mundo digital es: educación, acompañamiento, acceso a herramientas y soluciones de vanguardia tropical izadas, infraestructura, encadenamientos y redes de colaboración. Pero, sobre todo, consumidores e instituciones empáticas, con ganas de generar cambios que les brinden las bases para este camino hacia la resiliencia.
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