
Por: Ernesto González, Licenciado en Ciencias Pedagógicas
Primer acto: Se levanta el telón y vemos la presencia de un niño de unos cuatro años (su profesora previamente impartió una clase en vivo de unos 30 minutos, donde intercambia con los niños y niñas), sentado y sobre la mesa se observan unas cartillas, con juegos donde escribe la letra con la cual inicia la figura (animales, vegetales, etc.); otra tarea en esta ocasión de matemática donde el pequeñito cuenta frutas o pelotas.
En las tardes ya que la mamá y el papá trabajan y regresan en ocasiones ambos en la noche, la abuela lo refuerza en las tareas (también de educación física y cultural) inclusive los fines de semana.
Segundo acto: Se levanta el telón y se observa a una madre, que recibe a través del celular de su hija (10 años, tercer grado) un correo con contenidos, tareas y orientaciones del colegio. La señora (mamá soltera) con experiencia en informática, amplía la información en la televisión y se sienta con la menor apoyándola en la solución de la información virtual recibida.
Tercer acto: Se levanta el telón y se observa a un joven de alrededor de 14 o 18 años, visualizando su celular. Pasa su mano por la cabeza en señal de preocupación, brazos que se levantan como una evidencia de posible agobio. Mira el reloj de la pared, gira su rostro en señal de negación, boca cerrada y dientes fuertemente apretados, ojos y cejas ligeramente inclinados para expresar enfado.
Coloca el celular sobre la mesa, no de buena gana; lo toma una vez más y al parecer, busca otra opción, “abandonando” la clase, desliza su dedo a través de la pantalla buscando nuevas opciones, su rostro cambia, sonríe maliciosamente, contesta un correo y retorna “al aula de clase”, hace tres minutos la clase ya había concluido. Había un texto de la docente, preguntado por qué se había desconectado de la clase antes de tiempo, además de no haber participado en la misma.
Entra a la escena, en ese momento su mamá, ella le pregunta “Hijo, ¿qué tal te fue hoy en las clases?", como respuesta obtiene un "bien". Fin del acto.
Usted estimado lector, padre o madre, tutor, si desea ponerle nombre a la obra, pensaría en varios títulos posiblemente, pero en estos tiempos - de pandemia – no queda duda alguna que, a los niños y jóvenes estudiantes, hay que atenderlos más, preocuparse mucho más.
El rol de la familia, se incrementa significativamente en la educación, por cierto, los invito a que sean actores y actrices principales de esta puesta en escena.
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