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El que paga la música, manda el baile

En la nueva normalidad hay temas que la gran mayoría de personas desconocen y no se imaginan

Por: Johnny Schmidt, diseñador

Voy a escribir en sentido figurado, y todo lo que puedan leer en adelante, es tan solo una suposición, una historia que no es real pero que podría serlo, depende de cuán receptiva esté la mente de quien lea. Les recomiendo ingresar a cada hipervínculo pues son parte de esta historia.

Durante el año pasado y lo que llevamos de este, el mundo ha vivido un acontecimiento de magnitudes desastrosas inimaginables en materia económica, social y psicológica.

Vamos a imaginar por un momento que existen personas malas que desean terminar con el mundo tal y como lo conocemos. Luego de leer la novela de Aldous Huxley, “Un Mundo Feliz” (Brave New World) publicada por primera vez en 1932, y luego de leer la novela “1984” escrita por George Orwell y publicada en 1949,  fueron atrapados por esas historias y se imaginaron que utilizando lo descrito por Orwell se podría llegar al mundo feliz de Huxley, algo que pregona el Sr. Klaus Schwab, fundador y líder del Foro de Davos, cuando dice que en el 2030 no tendremos nada, pero seremos felices.

La novela de Huxley describe un mundo futurista, utópico, altamente regulado y tecnológico, donde los individuos son modificados genéticamente. Un mundo en el cual esa supuesta “perfección” creada por el “Gobierno Global, -la entidad que gobierna en este mundo feliz- aplica medidas que eliminan la familia, la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía.

Por otro lado, la novela Orwell describe un régimen que mantiene a los ciudadanos bajo vigilancia perpetua, arrestando y haciendo desaparecer a quienes demuestren alguna inconformidad. A la cabeza se encuentra la figura del Gran Hermano, cuya cara está en carteles y monedas. Todos los ciudadanos están obligados a amar y ofrecer su lealtad incondicional al Gran Hermano.

El protagonista de la novela “1984” es Winston Smith, una persona que trabaja para el Ministerio de la Verdad, reescribiendo artículos para que cumplan con la ideología y la imagen que todos están obligados a creer.

Hasta aquí, tal vez usted encuentre algunas similitudes  con hechos que -sin ser totalmente nuevos- se han incrementado sustancialmente y son mucho más notorios justo durante el último año. Estos coinciden en su mayoría con temas como la Agenda 2030 de la ONU, o lo que plantea el Foro de Davos, que junto al Foro Económico Mundial han llamado el Gran Reset, o en español: el Gran Reinicio.

Nueva normalidad

¿A qué se han referido todo éste tiempo cuando nos hablan de “nueva normalidad”?

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Hay en todo esto, temas que la gran mayoría de personas desconocen y no se imaginan; cuando escuchan hablar cosas que difieren del discurso o retórica oficial que nos transmiten por la televisión, la radio o los medios escritos y digitales, ponen una especie de escudo o barrera porque quien difiera de lo oficial es un “negacionista” o es un “conspirador”, y a esos es mejor no ponerles atención.

El Ministerio de la Verdad

Vamos a imaginar que esas personas malas, de verdad hayan trazado un plan basado en esas dos novelas, entonces en lo primero que debieron pensar fue en la creación de ese Ministerio de la Verdad que describía Orwell, aunque posiblemente no le pondrían ese nombre. Instituto POYNTER es más adecuado, además de corto y discreto.

Una vez creado ese ministerio, logran que el mensaje alrededor del mundo sea único, estandarizado, que sea creíble porque lo dirán todas las cadenas, noticieros y medios de comunicación. ¿Quién podría dudar?  Y si por casualidad hubieran científicos, médicos, investigadores o políticos que pusieran en duda ese discurso o guion oficial, entonces desde ese ministerio saldría un ejército de  “fact checkers” o “verificadores de información” desmintiendo, desacreditando o censurando.

Además, la empresa Google (financista de Poynter) tendría el poder de “desaparecer” o volver invisible todo aquello que ande por ahí en la nube, que no se quiere que la gente vea y lea. Con eso, el Ministerio de la Verdad habría quedado debidamente oficializado.

Puede ver un ejemplo de cómo actúa ese “Ministerio de la Verdad” analizando la nota de Suzanne Hamner del Australian Nationa Review publicada el 5 de abril: “Bomba: el director médico de Moderna admite que el ARNm altera el ADN”.  Ahora, copie y pegue ese titular en su barra de Google para que vea cómo trabaja ese mágico “Ministerio”.

Gobierno Global

Huxley nos habló de un mundo altamente regulado y tecnológico (tarjeta de vacunación para poder viajar y entrar a estadios, cámaras con inteligencia artificial vigilando, mediciones biométricas, etc.)  donde los individuos son modificados genéticamente (vacuna experimental de ARNm que modifica el ADN), donde esa supuesta “perfección” creada por el “Gobierno Global” que gobierna el mundo feliz (ONU y DAVOS) aplica medidas que eliminan a la familia (distanciamiento), la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía (cosas que han venido siendo implementadas discretamente por las políticas globalistas).

Por otro lado, Orwell nos habló de una vigilancia perpetua (lograda a través de la tecnología y los celulares), arrestando y haciendo desaparecer a quienes demuestren alguna inconformidad. La lista es larguísima, pero voy a mencionar algunos:
– John Magufuli, 61 años, presidente de Tanzania que hizo la prueba PCR a una papaya que salió positiva de coronavirus.
– Pierre Nkurunziza, 55 años, presidente de Burundí.
– Ambrose Dlamini, 52 años, primer ministro de Esuatini (antigua Suazilandia).
– Bing Liu, 38 años, científico, investigador del coronavirus, asesinado.
– Fran Suárez, doctor, investigador que supuestamente se suicidó.

Para terminar, solo contarles que la industria farmacéutica costea el 75% del presupuesto anual de la FDA, un hecho que evidente la compromete con esa industria, poniendo en duda la función para la fue creada. De igual forma, la OMS se financia principalmente de donantes, como la Fundación de Bill y Melinda Gates y la industria farmacéutica, algo que también los compromete a actuar según los intereses de sus patrocinadores.

Así las cosas, “el que pone la plata pone las condiciones y la música la escuchará quien la quiera escuchar”.

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