
Por: Irene Zamora, Máster en Bienestar Emocional, Kokoro
El burnout es un estado de agotamiento emocional, mental y físico provocado por un estrés prolongado
Aunque antes de la pandemia, el burnout estaba relacionado mayormente con nuestra área laboral o intelectual, ahora sabemos que también está relacionado -y siempre lo ha estado- con otros ámbitos de nuestra vida que, claramente se vieron potenciados con el encerramiento que dio a raíz de la pandemia.
Actualmente se ha dado una mayor cantidad de personas que presentan burnout por ámbitos como: la incorporación del homeschooling (escuela en el hogar), el cuidado de familiares enfermos, la reestructuración de las relaciones sentimentales, la incertidumbre prolongada ante la situación global y los diferentes procesos de duelo.
Síntomas del burnout
El burnout se presenta de diferentes maneras, pero entre los síntomas más frecuentes están:
Entre los Físicos: Constantes dolores de cabeza, fatiga, acidez y otros síntomas gastrointestinales, mayor consumo de alcohol, drogas o alimentos.
Entre los Emocionales: Una sensación permanente de ansiedad laboral; temor ante la pérdida de relaciones laborales o personales; y frecuentes sentimientos de cinismo, ira o irritabilidad.
Cómo detectar el burnout
Para detectar si de alguna forma estamos viviendo algún nivel de burnout podemos preguntarnos: “En una escala de 1 a 10 ¿cuál es mi nivel de energía emocional? ¿mi nivel de energía física? ¿mi nivel de energía espiritual?”
La observación sobre esta escala nos ayudará a valorar cuáles son las áreas en las que debemos prestar mayor atención y así poder buscar las estrategias adecuadas.
Cómo podemos trabajar el burnout
A nivel personal debemos nutrir la relación con nosotros mismos. Podemos adoptar hábitos de autocuidado como el yoga, ejercicios de mindfulness, prácticas meditativas, masajes, etc. Realizar ejercicios de manera placentera e incorporar hábitos alimenticios saludables. Practicar la autocompasión en procesos de dolor, incertidumbre o ansiedad.
A nivel laboral necesitamos desmitificar la salud mental y brindar espacios para hablar sobre este tema. Sin juzgarnos, podemos incorporar prácticas para una salud integral donde no hablemos de una salud física, emocional o mental, como si fuera la una independiente de la otra.
Serenidad es la clave
Aunque se nos ha vendido la idea de la eficiencia y de hacer muchas cosas a la vez. Hoy en día se sabe que, debemos minimizar el multitasking. Cambiar de una tarea a otra nos hace ser menos efectivos y creativos, y nos gasta más energía para concentrarnos. Se pueden realizar varias tareas, pero cada una en un momento determinado.
Es importante, establecer límites entre el tiempo laboral y el tiempo personal. Programar descansos regulares mientras se cumple con un horario laboral.
Darle importancia a mi trabajo minimiza los efectos del burnout ya que le brinda un sentido de propósito.
Celebrar los detalles
Celebrar las pequeñas victorias a nivel personal y profesional nos ayuda a darnos esos abrazos y a tener herramientas gratificantes en momentos en los cuales el consuelo es necesario.
El estrés y la ansiedad que muchos hemos sentido durante el último año no van a desaparecer por arte de magia. Es por ello que balancear nuestra energía en nuestra vida laboral y personal es importante. No es una cuestión de cuánto tiempo dedicamos a cada actividad. Es brindarle importancia y compromiso a cada una de las actividades que tenemos. Ese es el balance que nos ayudará a vivir en bienestar.
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