Por: Harllan Hoepelman, diputado de Nueva República
Es de conocimiento general el gigantesco poder transformador que tiene para la sociedad, el sistema educativo. Es por ello que los distintos gobiernos lo han utilizado como un canal para comunicar sus ideas y transformar la colectividad, con lo cual aquel responde a una ideología instaurada por los intereses políticos, económicos y de desarrollo social, entre otros.
En qué otro sitio, aparte de su hogar, un individuo pasa 35 horas semanales, 140 al mes y 1400 anuales, eso si logramos que se cumpla con el calendario de los 200 días lectivos. Es decir, entre 13 y 14 años pasa un ser humano dentro de las aulas. Si goza del privilegio de poder asistir a un centro universitario, entonces sume a lo anterior entre 7 y 8 años más.
Con este sencillo desglose, deseo demostrarle la importancia que tiene, no solo para los padres de familia o educadores, sino para la sociedad en general, conocer con detalle los programas académicos, pero, sobre todo, el contenido que se les imparte día con día a nuestros niños, niñas y adolescentes. Todos estos apoyos didácticos terminan siendo el instrumento para concebir la realidad construida por unos pocos, como si fuera el pensamiento del colectivo.
Práctica pedagógica requiere de compromiso
De acuerdo con lo anterior, la práctica pedagógica debe de realizarse con sumo cuidado y compromiso. Cada palabra que utilice un educador para impartir sus lecciones, tiene un peso incalculable para el presente y el futuro de un país. No podemos perder de vista que la institución educativa, para no omitir ninguna, viene a ser una fábrica donde se gestan los pensamientos, el comportamiento y el modelo de sociedad que gobernará los destinos de todos en el mediano plazo.
Es innegable que el ser humano pasa más de la mitad de su vida entre las aulas y el trabajo, lugar donde viene a reproducir los conocimientos e ideas que ha ido adquiriendo. El ser humano es reproductor de estructuras y pocas veces se atreve a marcar la historia de un país, al romper con lo establecido, para enfocarse en ser agente multiplicador y generador de un cambio positivo para la sociedad a la que pertenece.
Se hace necesario leer entre líneas, pues el adoctrinamiento puede estar implícito dentro de los contenidos académicos, la implementación de protocolos o la formación de estructuras que no son acordes con nuestra idiosincrasia. No me refiero a que el sistema educativo se debe quedar en los tiempos de la pizarra verde o negra y la tiza, para nada, me refiero a que debemos avanzar con una novedosa transformación curricular, que permita a nuestros niños y jóvenes contar con las habilidades blandas, con las destrezas y conocimientos en el manejo de la tecnología y la adquisición de varios idiomas que le den la posibilidad de ser realmente competente.
Es el tiempo de generar pensamientos críticos, creativos, analíticos, sin dejar de lado la importancia de cultivar la música y el arte. Requerimos de un cambio curricular que responda a los intereses de una sociedad que no se somete al pensamiento de unos pocos; por el contrario, que construya una sociedad de avanzada con la que no se buscan los propios intereses, sino los de la sociedad moderna, respetuosa de los demás, que brinda igualdad de oportunidades, con libertad de expresión, y de acción.
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