Un operativo de vigilancia por parte de guardacostas se salió de control tras un encontronazo con pescadores ilegales, situación que obligó a llamar a Fuerza Pública, quienes también sufrieron de agresiones con piedras y palas.
El hecho se presentó durante este lunes 28 de noviembre en la comunidad de Colorado, Guanacaste. El grupo se disponía a salir a pescar con mallas prohibidas, catalogadas así por su impacto dañino con los ecosistemas marinos y otras especies de interés comercial para pescadores artesanales; sin embargo, los guardacostas les decomisaron el equipo prohibido.
Molestos, los pescadores ilegales comenzaron a golpear a las autoridades costeras y bajaron a la fuerza las mallas recién decomisadas de las patrullas de la Fuerza Pública. Los policías tuvieron que retirarse amedrentados por la masa de pescadores.
Jorge Jiménez, director general de Fundación MarViva, comentó: "Más allá del impacto ambiental, la pesca ilegal pone en riesgo a miles de familias costeras que dependen de la pesca para vivir. Todos los días vemos conflictos en las zonas, pescadores artesanales amenazados por estos grupos, botes quemados y actos de violencia que han llevado incluso a tentativa de homicidio. Si la autoridad no se logra imponer, estaremos en serios problemas en poco tiempo".
Un video que circula en grupos de WhatsApp evidencia el conflicto diario que enfrentan los pescadores artesanales y las comunidades costeras contra actividades ilegales.
“Nos han amenazado con lastimarnos a nosotros y a nuestras familias si denunciamos o interrumpimos su jornada de pesca, lo único que hacemos es proteger los recursos del mar porque es nuestra fuente de ingreso. Estos grupos no respetan ni vedas ni áreas protegidas, hacen lo que les da la gana y uno ve que capturan especies pequeñas que no han alcanzado la talla”, comentó un pescador de la zona, cuya identidad es protegida por seguridad.
De acuerdo con el pescador, el grupo ilegal opera todos los días, alejándose únicamente cuando llegan guardacostas; no obstante, ya ahora ni siquiera eso los asusta.
“Como toda organización criminal tienen puestos de vigilancia que los alertan cuando van los guardacostas en camino, pero ahora ya no temen agarrar a las autoridades a golpes. Es lamentable que ese pescado ilegal se esté comercializando y que existan recibidores irresponsables que financian estás prácticas”, agregó el pescador.
El Golfo de Nicoya es una de las zonas con más asentamientos de pesca artesanal del país. De él dependen más de 2.600 pescadores artesanales, pertenecientes a 29 comunidades costeras.
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