Por: Licda. Priscilla Spano Carazo, adictóloga y directora del Centro Paso a Paso
Desde hace más de dos décadas -después de que recibiéramos la evaluación técnica del IAFA (oficio AJ-AP-339-10-0 /2001) al documento “La Adicción un Problema Familiar”- hemos continuado con tratamientos y con prevención comunitaria a esta enfermedad tratable de la Dependencia Química. Labor posible, gracias a investigaciones y estudios formales facilitados, entre otros, por Hazelden, MN y el NIDA
Por petición expresa de madres que han sufrido las consecuencias de violencia de seres queridos adictos a sustancias químicas y debido al alarmante consumo de marihuana en la población joven, he escrito estos artículos.
En ellos parto de que existe una condición primaria hereditaria que produce una reacción anormal y una pérdida de control gradual hacia cualquier tipo de sustancia que cambia el estado de ánimo, legal o ilegal. Entre ellas, alcohol, marihuana y medicamentos adictivos. Esto es a lo que llamo la Dependencia Química.
Quién no es un adicto
Es importante distinguir que hay personas que no han heredado esa condición primaria que predispone a la Dependencia Química, por lo que pueden consumir alcohol, fumarse un cigarrillo de tabaco o de marihuana de vez en cuando sin caer en la adicción. Este tipo de personas obedece las indicaciones de medicamentos adictivos y hasta consumen por curiosidad otro tipo de drogas sin obsesionarse, ni perder el control. Pueden dejarlas sin problema por lo que no entienden al adicto.
Sin embargo, en esta población pueden haber algunas que reciben el impacto del adicto. Los cuidan y regañan o se adaptan por cansancio para evitar más violencia, o les facilitan las drogas. Obviando el tratamiento de esta enfermedad ¡por lo que progresa! Omisión que expone a las consecuencias de diversos tipos de violencia y a los efectos psicosomáticos que conlleva.
Tipos de violencia relacionados con alcohol, marihuana y otras drogas
En lo que el proceso de esta enfermedad de la Dependencia Química avanza a través de cualquier tipo de sustancia química, pueden presentarse algunos de los siguientes tipos de violencia:
Violencia autoinducida: Difícil de comprender por referirse a daños a sí mismo: cortes en brazos o piernas; humillación personal; golpes repetidos en la cabeza. Es importante recordar que todo tipo de droga, incluyendo la marihuana, son agentes para la progresión de esta enfermedad que puede terminar con la vida si no se le aborda.
Violencia interpersonal: Cuando un individuo agrede a otro, sea en el ámbito intrafamiliar o mediante acoso escolar, laboral o social. La pobreza y los resentimientos personales son factores muy ligados al uso más frecuente de drogas.
Violencia colectiva: Es la agresión de un grupo o de una comunidad contra otra. Las motivaciones suelen ser políticas, económicas, ideológico-religiosas, de género, raza y muchos de ellos/as usan drogas como marihuana para estimularse en sus fines.
Violencia intelectual colectiva: Caracterizada porque en vez de romperle la nariz a una persona, se fractura su corazón y sus derechos. Aprovechándose de la ignorancia o confianza otorgada y de quienes no tienen el mismo mando para lograr ventajas de posición, económicas o de poder.
Violencia por juegos de poder: Ocurre cuando existe una amenaza real o imaginaria en una relación. Se caracteriza por comportamientos manipuladores y excesivo control: una se “siente más” (victimario/a) y la otra “menos” (víctima). Cualquier droga favorece este tipo de violencia según lo demuestran sus usuarios ya en recuperación.
Violencia física: Cuando alguien hace algo para dañar el cuerpo de otra persona, sea por celos, robo, asalto sexual, etc. Puede realizarse por el consumo de drogas o durante el lapso en el que se encuentra en síndrome de abstinencia. Inclusive pueden presentar lagunas mentales que inducen a actos fatales.
Violencia verbal: Es en la que se daña bajo un mensaje o discurso. Puede contener insultos o palabras soeces. Es conocido cómo el alcohol y otras drogas, incluyendo la marihuana, favorecen este tipo de violencia entre parejas, familiares o hacia cualquiera que no piense a como esa persona dependiente piensa.
Violencia sexual: Se fortalece con comportamientos y tipos de contacto físico denigrantes. Se puede manifestar a través de violaciones o mediante la utilización de la otra persona como objeto sexual.
Violencia económica: Es la que daña la capacidad de utilizar bienes o dinero mediante el robo, la utilización indebida de cuentas bancarias, engaños en inversiones, estafas, etc. con el fin de seguir consumiendo drogas o de hacerle daño a los suyos.
Violencia por negligencia: La agresión radica en no realizar u omitir acciones a las que está obligada la persona para garantizar el bienestar mínimo del resto. Por ejemplo, se violenta la salud por negligencia en relación a la enfermedad adictiva, al invisibilizarla por la carencia de políticas y de un sistema de educación formal, comunitario y de tratamientos sin distinción para la prevención y recuperación de dicha enfermedad.
Violencia espiritual: Puede verse en quienes creen tener la verdad absoluta y las personas a su alrededor andan como en puntillas para no enojarlos/as. Típica en poblaciones que dejan una sustancia sin tratamiento a la enfermedad de fondo, por lo que no manejan saludablemente el enojo.
Ciberbullying: Se utiliza en internet y redes sociales en publicaciones con el afán de ridiculizar o humillar. Se ha comprobado cómo usuarios de drogas escriben por estos medios mensajes burlones con lenguaje soez y hasta amenazante hacia quienes brindan prevención a la enfermedad adictiva. El alcance de este tipo de ciberbullying no es fácil de precisar dado al número de personas que abarcan este tipo de contenidos.
Estos tipos de violencia requieren de un tratamiento específico y de mucho trabajo con el paciente por lo que colaboramos con familias en el Centro Paso a Paso.
(Este artículo es la II parte de Violencia asociada con la marihuana y otras drogas.)
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