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Líderes en coacción, arrogancia y corrupción

Sólo la unión ciudadana hará que los políticos hagan valer sus palabras y cumplan sus promesas en relación con la vacunación Covid en Costa Rica

Por: Abie Grynspan, empresario

Ser líderes por méritos suele ser una tarea muy difícil, que demanda: compromiso, disciplina y trabajo fuerte. Como país, hemos logrado sobresalir a nivel mundial en unas cuantas cosas. Nos reconocen por ser un país sin ejército, relativamente seguro y con estabilidad política. Nos distinguimos por ser un país verde, en todo el sentido de la palabra. Cuando decimos ser ticos nos hablan de Keylor Navas, ya sea en Madrid o en Shanghái.

Hoy nuestra nación vuelve a la palestra mundial enarbolando una bandera muy distinta. Llevamos la batuta en la orquesta global de la coacción, arrogancia y corrupción. Nuestras autoridades de Salud y el gremio médico de nuestro país nos han convertido en el primer país donde las inoculaciones génicas experimentales son obligatorias para la población infantil.

La Covid-19 es una enfermedad que suele ser indulgente con la niñez, cuya tasa de supervivencia es de 99.9973% para la población menor a los 19 años de edad. Quienes mueren, dentro de ese rango de edades, suelen tener factores de riesgo asociados. Enfermedades como la Influenza, suelen ser más letales y complicadas clínicamente que la COVID-19 para la población infantil.

En estos momentos en Costa Rica, de los 116 niños internados en el Hospital Nacional de Niños por enfermedades respiratorias graves, sólo cinco son casos de COVID-19.

En Israel, por ejemplo, para finales de 2021 sólo cuatro niños de entre cinco y once años habían muerto por COVID-19, todos ellos con otros factores de riesgo significativos. A pesar de las altas tasas de vacunación Covid Costa Rica en la población adulta en ese país, los padres de niños en este grupo de edad han sido renuentes a someterlos al experimento, por lo que sólo el 20% de esos niños han sido inoculados con la sustancia experimental. Al 22 de septiembre del presente año, sólo el 6% de los niños entre seis meses y cinco años habían recibido la primera dosis de la inyección.

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La negativa de los padres diligentes a inyectar a sus hijos con terapias experimentales se resume en que los niños no necesitan más protección contra esta enfermedad que su propio sistema inmunológico. Sabemos que la mayoría de la niñez mundial ha superado de modo asintomático o leve esta enfermedad. A finales de abril del presente año, el 75% de los niños estadounidenses habían pasado ya por esta infección.

Sin tener que conjeturar sobre los efectos adversos a largo plazo, los que se conocen desde ya son intolerables para cualquier persona que ponga en perspectiva el riesgo tan leve que representa esta enfermedad para la gran mayoría de la población.

Los adolescentes masculinos tienen seis veces más probabilidades de ser hospitalizados por problemas del corazón producto de la inoculación que de la enfermedad de la cual supuestamente están siendo protegidos.

Retomando la cordura, que parece haber sido la primera víctima de esta emergencia sanitaria global, Suecia ha detenido la vacunación Covid en menores de edad y Dinamarca ha restringido las inoculaciones para personas menores a 50 años.

Mientras que en otras latitudes la farsa cae por su propio peso y la ciudadanía empieza a despertar de esta hipnosis inducida por la propaganda del miedo; en Costa Rica, este Gobierno, cambiando su discurso “liberal”, ahora ve innecesario el consentimiento informado de los padres para inocular a los niños (véase circular de la CCSS GM-11395-2022).

Sólo la unión ciudadana hará que quienes nos endulzaron en campaña electoral pidiendo votos, hagan valer sus palabras y cumplan sus promesas.

¡Que acabe ya esta dictadura sanitaria!

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