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El peso de los secretos y la liberación a través de la misericordia

Evelyn Vincent

Por: Evelyn Vincent, Life Coach

Evelyn Vincent

Uno de los aspectos que puede afectar profundamente nuestra estabilidad emocional y física es el acto de guardar secretos, especialmente aquellos que generan culpa o angustia.

Los seres humanos, por naturaleza, experimentamos una amplia gama de emociones que afectan tanto nuestro bienestar mental como nuestra salud física. Si hemos aprendido a gestionar nuestras emociones podremos tener una vida y unas relaciones saludables.

En el campo de la psicología positiva, se ha demostrado que nuestras emociones tienen un impacto significativo en nuestra calidad de vida.

Las experiencias del pasado, vivencias que nos resulten vergonzosas, resentimientos, comparaciones, complejos y un cúmulo de situaciones negativas que, todo ser humano experimenta en mayor o menor grado, van lavando y erosionando nuestro concepto personal a través de unos diálogos internos que nos señalan despiadadamente como culpables, y avergonzados, guardamos secretos, nos incapacitamos sin darnos cuenta, para poder ser receptores de perdón y misericordia en el sentido más profundo.

Dos consecuencias de guardar secretos

1. Estrés y afectaciones físicas

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Cuando una persona guarda un secreto importante, sobre todo si este conlleva una carga moral o emocional, su cuerpo responde generando estrés crónico. Estudios han demostrado que la activación prolongada del sistema nervioso simpático puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que con el tiempo puede desencadenar problemas como hipertensión, alteraciones en el sueño y debilitamiento del sistema inmunológico.

Este estrés continuo puede manifestarse en tóxicos hábitos de afrontamiento, como la ansiedad o el insomnio.

2. Aislamiento emocional y deterioro de la salud mental

Guardar un secreto también puede generar un profundo sentido de aislamiento. La persona que oculta, por las razones que sean, situaciones del pasado, puede sentir que no puede ser completamente auténtica en sus relaciones, lo que conlleva a sentimientos de soledad y, en casos extremos, a síntomas de depresión. Además, la carga emocional del secreto puede generar pensamientos obsesivos y una sensación constante de amenaza, afectando la autoestima y la paz interior.

Por qué la misericordia nos restaura física y espiritualmente

El primer paso hacia un proceso de transformación personal es la compasión y misericordia hacia uno mismo. Para esto hay que hacer un recorrido en varias partes.

  1. El primer paso, identificar que nuestro valor personal no está determinado por las faltas, errores o pecados cometidos. En esencia somos más que todo eso junto. Somos personas con virtudes y defectos, y eso compone nuestra vida, y la vida de todo ser humano. Desligar las sombras de nuestra existencia es negarnos a ser vulnerables, a crear vínculos de empatía, y a resistirnos a ser iluminados, liberados y sanados.
  2. Segundo, hay que reconocer la autocrítica destructiva, esos diálogos internos autoimpuestos. En el ámbito de la Psicología Positiva, se recomienda tratarnos con la misma gentileza con la que trataríamos a un ser querido en una situación similar.
  3. Desde la perspectiva espiritual, en la fe católica, la verdadera sanación va más allá del perdón personal y se encuentra en la confesión sacramental. En el Sacramento de la Reconciliación nos declaramos culpables y Cristo nos abraza para perdonarnos y salimos restituidos y libres. Se nos da una renovación espiritual que transforma nuestra vida emocional y mental, al librarnos de la culpabilidad y restablecer nuestra dignidad. “El único tribunal donde nos declaramos culpables y salimos libres”.

Al poner en palabras nuestros errores ante un sacerdote, en representación de Cristo, se rompe el ciclo de aislamiento y culpa, y se experimenta la paz que viene con la absolución. Porque es Cristo mismo es quien nos dice: ¡levántate y no peques más!

Conclusión

Guardar secretos puede ser una carga pesada, tanto física como emocionalmente. No solo afecta nuestro bienestar mental, sino que también puede manifestarse en dolencias físicas. Sin embargo, el camino hacia la sanación comienza con la misericordia personal y se experimenta de forma perfecta a través de la confesión sacramental, que nos ofrece la gracia transformadora del perdón divino. De este modo, la vida se torna más ligera y el alma encuentra la paz verdadera.

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