Por: José Alberto Sánchez y Donald Villareal, pescadores puntarenenses
En las semanas anteriores, se ha dado a conocer que existe un grupo conformado por los pescadores artesanales, las molusqueras, el sector palangre, la flota semiindustrial y la Iglesia Católica para reflexionar y actuar a propósito de los problemas que aquejan a los pescadores nacionales.
El objetivo principal del grupo es realizar un diagnóstico del sector pesquero, con el fin de encontrar soluciones definitivas a los principales problemas que estas comunidades vienen arrastrando desde hace muchos años.
La necesidad de conformar el grupo se debe a la falta de seriedad con la que este gobierno sistemáticamente ha abordado el tema pesquero. Al día de hoy, durante la presente administración Alvarado Quesada, se han dado tres mesas de diálogo entre los pescadores y el gobierno, facilitadas y mediadas por distintos actores.
Lamentablemente, todos los procesos han sido un fracaso rotundo, principalmente debido a la falta de escucha al sector pesquero y a la falta de compromiso y de voluntad política por parte de las autoridades. A pesar de lo anterior, la conformación de este grupo en el que participamos los pescadores, las molusqueras y la Iglesia, brinda nuevas esperanzas al sector pesquero.
La participación voluntaria y el acompañamiento de la Iglesia Católica resultan fundamentales, pues esto aporta objetividad en el abordaje y facilita la comunicación con las autoridades y con otros actores sociales, lo que resulta provechoso para el gobierno, pues la participación de la Iglesia en el proceso puede permitirles a las autoridades una comunicación más efectiva con los pescadores, así como una mejor comprensión de los problemas del sector.
Justamente, el grupo ha liberado un documento denominado Manifiesto de las Gentes de Mar, Puntarenas donde se explican los fines del grupo y el análisis que ha realizado hasta el momento. Lo más importante de este documento, es que al final contiene una solicitud al Presidente de la República para que acepte reunirse con los pescadores y la Iglesia, y así avanzar con la discusión y la solución de las problemáticas pesqueras. Esto demuestra que se trata de una opción constructiva de soluciones, y no de conflicto o de enfrentamiento.
Es por esto que, luego de los reiterados fracasos en los intentos de acercamiento por parte del sector y el gobierno, es momento de que el Presidente de la República y las autoridades de gobierno se pongan los pantalones largos y acepten participar en un proceso de diálogo, democrático, participativo y efectivo para enfrentar los problemas de la pesca, que afectan nos afectan a miles de costarricenses. Una oportunidad como la presente, en donde la Iglesia ha decidido por su propia voluntad acompañar este proceso, puede que no vuelva a presentarse en mucho tiempo.
Señor Presidente Carlos Alvarado, seguimos a la espera de una cita en su agenda. Nuestro interés es conversar directamente con usted y no como las tres ocasiones anteriores, donde por medio de intermediarios no hemos logrado avances.
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