El etiquetado frontal de alimentos y bebidas no alcohólicas (EFAN) está actualmente funcionando en Argentina, Brasil, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Uruguay, Venezuela, entre otros países con el fin de brindar información sobre los contenidos de nutrientes críticos y con diversos modelos de etiquetado.
En Centroamérica aún no está implementándose y hay varias leyes en proceso de presentación o esperando aprobación en los congresos de Costa Rica, Guatemala y Panamá.
Las periodistas Lauren Weber y Rachel Roubein, publicaron un reportaje en The Washington Post, el pasado 13 de septiembre y aseguran que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) tiene previsto proponer en los próximos meses la introducción del EFAN para ayudar a tomar decisiones más saludables y hacer frente a las tasas de obesidad.
Acá se comparte un resumen del reportaje:
El EFAN debe señalar los productos que contienen exceso de sodio, grasas saturadas o azúcares añadidos, características comunes de los alimentos ultraprocesados que constituyen más de la mitad de las calorías que consumen los estadounidenses cada día.
Sin embargo, las opciones de etiqueta nutricional que está considerando la FDA no son lo suficientemente claras para proteger la salud de los estadounidenses, dicen algunos expertos en nutrición y legisladores, incluido el senador Bernie Sanders, presidente del Comité de Salud del Senado que ha propuesto un sistema más estricto.
EE.UU. con casi un 20% de niños obesos
Casi el 20% de los niños estadounidenses son obesos, casi cuatro veces la tasa de la década de 1970 antes de la proliferación de alimentos ultraprocesados, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Varios estudios han identificado estos alimentos hiperpalatables producidos industrialmente como factores de riesgo para enfermedades crónicas que acortan la expectativa de vida en los Estados Unidos.
Las periodistas aseguran que las compañías de alimentos ultraprocesados están presionando contra el EFAN y cuestionan el argumento de la FDA de que hacerlo puede afectar las elecciones alimentarias de los estadounidenses y las tasas de obesidad. Los representantes de la industria advierten que tales requisitos harían subir los precios de los alimentos. Cuestionan si la FDA tiene la autoridad para promulgar cambios tan radicales y dicen que las empresas tienen motivos para potencialmente demandar al gobierno federal por limitar la libertad de expresión comercial.
Posibles etiquetas de la FDA
El periódico estadounidese asegura que la etiqueta de la izquierda indicaría altos niveles de azúcares agregados, grasas saturadas o sodio, que la FDA define como tener un 20% o más de la cantidad diaria recomendada por porción. La derecha presenta colores que indican cuánta grasa saturada, sodio y azúcares agregados contiene el alimento por porción. Si un artículo contiene un 5% o menos del valor diario de cualquiera de esos nutrientes, se coloca una etiqueta verde de "bajo" al lado. Si el alimento contiene un 20% o más de ese nutriente, recibe una etiqueta roja de “alto”. Todo lo que se encuentre entre estos valores recibe una etiqueta amarilla de “medio”.
Los expertos dicen que ambas versiones estadounidenses son débiles y confusas en comparación con las etiquetas utilizadas en Chile, que ha emprendido uno de los esfuerzos más ambiciosos del mundo para combatir la obesidad: Los octógonos negros similares a señales de ALTO en los alimentos con exceso de calorías, grasas saturadas, sodio o azúcar. (Los umbrales de nutrientes chilenos se basan en 100 gramos de alimento, no por porción, como en EE.UU.).
Los investigadores del Programa de Investigación Global de Alimentos de la Universidad de Carolina del Norte (UNC) analizaron bocadillos estadounidenses comunes como las galletas Goldfish, Cheetos y Cheerios para The Washington Post para mostrar cómo se verían sus envases con las propuestas estadounidenses en comparación con la etiqueta del mismo producto en Chile.
Por ejemplo, Cheerios, en EE.UU. se publicita como un cereal que “puede ayudar a reducir el colesterol como parte de una dieta saludable para el corazón”, ahora recibiría una etiqueta amarilla para indicar niveles “medios” de sodio bajo una de las opciones propuestas por la FDA. (No calificaría para una etiqueta bajo la otra opción de la FDA).
Consumir alimentos con demasiado sodio puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas, derrame cerebral y presión arterial alta. El producto, según los investigadores de la UNC, recibiría otógonos por alto contenido de sodio y calorías si se vendiera en Chile. Las propuestas de la FDA no incluyen advertencias para alimentos con alto contenido calórico.
Según la legislación propuesta por Sanders, Cheerios también recibiría una etiqueta que lo identifique como “ultraprocesado”.
Por ejemplo, las barras de granola Nature Valley, cuyo empaque promueve su contenido de grano integral, recibirían una etiqueta roja para indicar niveles “altos” de azúcares agregados y dos etiquetas amarillas para niveles “medios” de grasas saturadas y sodio, según una de las propuestas de la FDA. En Chile, las barras de granola tienen dos etiquetas de advertencia por altos niveles de azúcar y calorías.
Las investigaciones muestran que las etiquetas de advertencia fáciles de entender, como las que se utilizan en Chile, así como en México, Perú, Israel y Uruguay, son las más eficaces para ayudar a los consumidores a identificar rápidamente los productos no saludables.
Los grupos de discusión de madres en Chile mostraron que el EFAN mejoró su capacidad para tomar decisiones nutricionales para sus familias. Sus hijos también reconocieron los octógonos y les dijeron que no compraran alimentos con ellos porque los maestros no los aceptarían como refrigerio escolar. Los investigadores descubrieron que el mensaje de comer más sano resonó especialmente entre los niños pequeños de familias de clase baja y media.
Las etiquetas en Chile se asociaron con disminuciones significativas en las calorías generales, el azúcar, el sodio y las grasas saturadas contenidas en los alimentos comprados por los consumidores, según la investigación del equipo de la UNC.
Los investigadores, al examinar los perfiles nutricionales de los productos en Chile antes y después de que las etiquetas entraran en vigor, encontraron una caída del 7% en la cantidad de productos que estarían obligados a llevar etiquetas de advertencia, lo que indica que muchas empresas reformularon sus alimentos.
Expertos no lo ven posible
Pero es poco probable que advertencias tan flagrantes adornen alguna vez los paquetes de alimentos vendidos en EE.UU., dicen los expertos en nutrición y las empresas de alimentos.
La FDA no incluyó advertencias con forma de señal de ALTO en los grupos de discusión que realizó para determinar qué etiquetas, según los consumidores, identificaban con mayor claridad los productos que contenían componentes no saludables.
“Enfocamos nuestra investigación en los resultados de las pruebas de grupos focales, la revisión de la literatura científica, la revisión de esquemas de otros países y en alinearnos con nuestra autoridad legal”, dijo Robin McKinnon de la FDA.
Los principales representantes de la industria, incluida la Asociación de Marcas de Consumo y FMI, la Asociación de la Industria Alimentaria, cuyos miembros incluyen a General Mills, PepsiCo y Campbell's, dijeron a The Washington Post que las opciones de etiquetado nutricional que está considerando la FDA son demasiado subjetivas, lo que deja esas etiquetas abiertas a impugnaciones legales.
Sanders dijo que el Congreso debe hacer frente a la presión de la industria en Estados Unidos, de manera muy similar a lo que hizo hace décadas contra las compañías tabacaleras cuando impuso etiquetas de advertencia en las cajetillas de cigarrillos.
La legislación propuesta por Sanders agregaría etiquetas rectangulares que adviertan a los consumidores sobre alimentos ultraprocesados, edulcorantes sin azúcar y bebidas azucaradas, así como octágonos para alimentos con alto contenido de “azúcar agregado, grasas saturadas o sodio, o cualquier otro nutriente crítico”.
Durante una reciente entrevista telefónica, Sanders leyó la información nutricional en la parte posterior de una botella de Gatorade con sabor a ponche de frutas rojas: 34 gramos de azúcares totales, dijo, equivalen a más de ocho cucharaditas.
“¿Cuántas personas saben siquiera lo que es un gramo en comparación con una cucharadita?”, exclamó Sanders. “¿Esta etiqueta le brinda a usted, como padre o hijo, la información necesaria para tomar buenas decisiones sobre si debería o no comprar este producto? No es así”.
Según su propuesta, esa botella de Gatorade recibiría etiquetas que designarían a la bebida deportiva como un alimento ultraprocesado y una bebida endulzada con azúcar.
Protección al discurso comercial
En los Estados Unidos, la Primera Enmienda proporciona una medida de protección para el “discurso comercial”, como la publicidad, con algunas excepciones para afirmaciones falsas o engañosas. Martin Hahn, asesor general de SNAC International, el grupo de presión de la industria de los snacks, dijo que obligar a las empresas a promover la opinión del gobierno sobre el valor nutricional de los productos supone una carga excesiva para las empresas.
Hahn dijo que “simplemente mirar un solo nutriente y decir ‘¡Peligro! ¡Peligro! ¡Peligro!’” es “polémico” y “despectivo” porque no es una mirada holística a la dieta de una persona.
Hahn ha hecho lobby anteriormente en nombre de la Asociación de Marcas de Consumo, que antes se conocía como la Asociación de Fabricantes de Alimentos. Él es parte de un grupo de abogados de Hogan Lovells, uno de los cuales había trabajado como asesor interno de Hershey Company, Kraft Foods y PepsiCo, que cuestionaron la autoridad de la FDA para exigir etiquetas de alimentos en un análisis legal de abril para la Washington Legal Foundation, un grupo de expertos en libre empresa que recibió una donación de $20,000 de la Consumer Brands Association en 2017.
La FDA aún no ha enviado un borrador de la norma propuesta a la oficina de presupuesto de la Casa Blanca para su revisión, un paso necesario antes de su publicación. La portavoz de la Casa Blanca, Kelly Scully, señaló que el EFAN es "uno de los muchos resultados clave" de la estrategia de la administración sobre el hambre, la nutrición y la salud.
Neena Prasad, médica de atención primaria y directora del Programa de Políticas Alimentarias de Bloomberg Philanthropies, dijo que es “extremadamente preocupante” que Estados Unidos no haya hecho más para abordar las tasas en aumento de enfermedades relacionadas con la dieta en el país.
“La evidencia es muy clara. Y hay ejemplos de todo el mundo que muestran cuáles son las herramientas de las que disponemos y cuáles son efectivas”, dijo Prasad. “Solo se puede concluir que los intereses de los fabricantes de estos productos son una prioridad mayor que la salud pública”.
Puede leer el reportaje completo en inglés en este enlace.
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