Por: Lic. Ramón Yglesias, abogado
La venta de falsos cursos de capacitación a docentes que los usan para obtener ante el Ministerio de Educaicón Pública (MEP), fraudulentamente, reconocimientos salariales indebidos, constituye uno de los casos más graves de corrupción que he conocido. No tanto por sus consecuencias financieras para el Estado sino por el peligro de infestación que representan esos actos para el futuro de Costa Rica. Tan graves son tales actos perversos, como la pasividad de los jerarcas para impedirlos y sancionarlos. Me sorprende que no ha habido una protesta nacional que exija una inmediata solución a esta maliciosa práctica.
Tal vez no tenemos clara conciencia del valor que tienen los niños y jóvenes para una sociedad. Son el bien más valioso, porque representan la oportunidad de crecimiento y de progreso. Por eso dedicamos tanto esfuerzo y dinero a su educación y formación.
La mayoría de los adultos tenemos hijos y ellos son la principal motivación para trabajar y comportarnos correctamente. Tal vez la principal tarea de los cónyuges está en cuidarse el uno al otro para proteger su familia y darle estabilidad. También muchos adultos que no tienen hijos dedican su vida y sus energías a la formación de niños y jóvenes, reconociendo el valor que tiene esa formación.
Pero la formación tiene dos vías: una de ellas es la información, que consiste en trasladar los conocimientos que permitirán al niño y al joven conocer mejor el mundo y su entorno y le ayudarán a desenvolverse con eficiencia en la sociedad. Pero la otra vía de formación -y seguramente la más relevante- es el ejemplo. El ejemplo le brinda al niño y al joven las herramientas prácticas para entender cómo funciona la vida social, cuál es el sentido de su existencia y le ayuda a definir las metas y propósitos de sus esfuerzos.
El ejemplo es el que forma
Se puede informar sobre matemáticas, geografía, aritmética, historia y sobre cómo ejercer un oficio. Pero el ejemplo es lo que brinda verdadera formación y provee las herramientas para tener una vida íntegra que nos permita sentirnos satisfechos y vivir con alegría, seguros, sintiéndonos apreciados y capaces de amar. Eso no se obtiene con información sino con ejemplo, se aprende viviéndolo y copiándolo de nuestros mentores, de nuestros educadores (padres, maestros, familiares, personas ejemplares, etc.).
La veracidad es una virtud que se copia y se practica. La solidaridad se aprende viviéndola y practicándola. Ocurre lo mismo con la cortesía y la integridad. Por eso, la práctica de compraventa a docentes de falsos cursos de capacitación es un acto de enorme perversidad, una grave amenaza de infestación y de corrupción de los niños y los jóvenes que podría ocasionar una gravísima descomposición social.
Informan los diarios que la venta de falsos títulos se viene dando desde hace tiempo y adquirió dimensiones alarmantes que afectan el presupuesto destinado a la educación. Además, resultan tan evidentes como absurdos: una persona presenta el título de un curso de cientos de horas que cubrió en un mes o en dos semanas. Fue un funcionario de rango medio del MEP quien se percató de este crimen, lo investigó y lo denunció a los jerarcas, pero éstos no han tomado ninguna acción eficaz para evitarlo, perseguirlo y sancionarlo.
La nota del diario termina con una declaración del funcionario encargado de recibir y reconocer esos títulos: “Yo seguiré las indicaciones (de acoger y aplicar esos reconocimientos) a sabiendas, como todos los funcionarios, de la clara y manifiesta manipulación, pero sí creo conveniente solicitar a las autoridades a que actúen de la forma más diligente a fin de frenar esto ante los Tribunales de Justicia”. O sea, que los jerarcas, a sabiendas, no han tomado ninguna medida administrativa para impedir este fraude.
Estos actos afectan financieramente al Estado, pero la mayor amenaza está en la falta de integridad de los docentes que recurren a este mecanismo fraudulento para obtener beneficios salariales indebidos. Si realizan tales actos, cabe preguntarse qué le estarán enseñando a nuestros niños y jóvenes. ¿Cuál es el ejemplo que les están dando?
¿Qué ha hecho el MEP?
Este problema debió atenderse con firmeza y rigurosidad, cortando por lo sano y sin contemplaciones. Cuando se trata de cuidar a los niños y los jóvenes de la Patria se debe actuar con rapidez sin discurrir ni dudar. Pero el MEP está a la deriva, sin timonel ni capitán.
Por supuesto que no hablo de todos los docentes ni de todos los funcionarios. Gracias a Dios fue uno de ellos quien se percató de esta práctica, la investigó y la denunció. El funcionario sigue luchando a pesar de la sorda respuesta de los jerarcas. Con justicia lo han propuesto como maestro del año.
Tampoco quiero dejar de reconocer la abnegada labor de muchos educadores que, sin tiempo para cursos de formación, dedican su vida y energía a la buena formación de nuestros niños y jóvenes. Recuerdo a la Niña Vilma González, mi maestra en la Juan Rudín N°1, mujer intachable y abnegada, estricta pero cariñosa, dedicada a sus alumnos. Sabíamos que podíamos confiar en ella y que si seguíamos su ejemplo estaríamos actuando bien.
El principal requisito para ser buen profesor es tener vocación y entrega, sin eso no sirven los cursos verdaderos y menos los falsos.
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