
La hurañía, la timidez ante visitas, el no buscar interacción, la dificultad para mantener una relación con personas de su misma edad, así como los berrinches, las crisis emocionales y la obsesión hacia temas específicos, son signos de alerta ante un posible caso de Trastorno Espectro Autista (TEA).
Quienes tienen esta condición, lo hacen desde la infancia y tienden a persistir hasta la adolescencia y la edad adulta, pero ¿de qué se trata exactamente esta condición?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un grupo de afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación, el lenguaje y una gama de intereses y actividades restringidas, estereotipadas y repetitivas.
Es común que los afectados por este trastorno, presenten epilepsia, depresión, ansiedad, déficit de atención e hiperactividad. Según la OMS, el nivel intelectual varía mucho de un caso a otro, unos pueden presentar un deterioro profundo, mientras que otros presentan aptitudes cognitivas altas.
La psicóloga especialista en el tema, Andrea Vargas, explica que la afectación se da también a nivel afectivo y sensorial. “El pensamiento de una persona con TEA tiende a caracterizarse por ideas un poco más fijas, comportamientos repetitivos de los cuales les cuesta salir. Si no se cumple la expectativa que tienen, les cambian un plan o no saben sobre algún evento que se vaya a dar, les es más difícil adaptarse a la situación”, indicó Vargas.
Con respecto a la parte sensorial, la especialista señala que hay reacciones diferentes. “Se puede apreciar gran sensibilidad a vivencias cotidianas que a muchas personas no les molesta, sensaciones, texturas e incluso tipos de luz. Son personas muy selectivas con los alimentos que ingieren. A veces sienten menos emoción por algo realmente importante y a en otras ocasiones el estímulo se magnifica y lo sienten más fuerte de lo que se espera”, detalló la psicóloga.
Intervención temprana 
Más que consecuencias, Vargas recalca los beneficios de una identificación e intervención temprana por la facilidad con la que se puede lograr un cambio a través del concepto de plasticidad cerebral.
“Para el cerebro aprender nuevas conductas y hábitos positivos es más fácil si se hace en una etapa temprana. Es más complicado cuando se hace una intervención más adelante en la infancia en estos aspectos y otros, como el procesar de manera diferente la información”, señaló la psicóloga.
También es una ventaja para los padres y encargados de quienes tienen el TEA, ya que pueden entenderlos y atenderlos de una forma más asertiva.
Modo de abordaje
Para la docente de enseñanza especial especialista en este trastorno, Gabriela Salazar, cada padre de familia detecta cuando hay algo que no está bien en sus hijos, reconoce cuando hay alguna dificultad y es ahí cuando recurre a profesionales para que le den un diagnóstico apropiado.
“Aconsejo que se fijen muy bien a dónde están llevando a sus hijos, ya que es esencial recurrir a profesionales que realmente tienen la capacidad y formación específica para poder dar un diagnóstico”, recomendó la docente.
Salazar afirma que para tratar este trastorno, es importante un abordaje interdisciplinario, en el que los profesionales que trabajan con la persona portadora de la condición, se comuniquen y puedan coordinar lo que están haciendo.
Por lo general, se necesita que un psicólogo o docente que maneje la parte conductual; un terapeuta ocupacional, que se encargue de abordar el área sensorial, como regular y organizar el cerebro para que los estímulos que se reciben, sean aceptados de manera adecuada; y un terapeuta de lenguaje también es esencial cuando hay problemas al articular.
“Algo básico y muy importante para quienes a menudo conviven con personas TEA es que deben tener una actitud positiva; tener claro que esa condición no es lo que define a la persona, es una característica. Los chicos que tienen el trastorno son mucho más que eso, son seres humanos y tienen derecho a recibir las mismas oportunidades y condiciones que tienen todas las personas”, enfatizó Salazar.
El teatro como opción de desarrollo
Las opciones que tiene esta población para desarrollarse, suelen disminuir al llegar a la adultez. Linda Madriz, educadora e investigadora de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), propuso una línea de estudio sobre cómo el teatro puede ayudar en las habilidades sociales de quienes tienen el trastorno.
Desde el 2016 comenzó su investigación, que años después la llevó a formar el grupo de teatro Rompecabezas, en el que participan jóvenes TEA y voluntarios, como padres, educadores y amigos.
Ensayan en el Teatro La Máscara y están bajo el mando de Evelyn Solano, educadora y actriz.
Actualmente el grupo no está aceptando nuevos miembros, ya que están a la espera de terminar el programa completo que se inició con los jóvenes que asisten en este momento. Se estima que para mitad de año inicie un nuevo plan en el que puedan ingresar más jóvenes.
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