La economía costarricense cerró en diciembre uno de los trimestres más complejos, que mostró en noviembre el crecimiento más bajo de los últimos cinco años.
En el 2018 el Banco Central de Costa Rica (BCCR) llevó su política monetaria y cambiaria en un contexto marcado por la incertidumbre fiscal, la desaceleración económica y la mayor volatilidad financiera junto con un difícil entorno externo.
De acuerdo con el documento publicado por la institución en diciembre pasado, “La economía costarricense en el 2018”, esa incertidumbre que prevaleció se originó en primer lugar en el proceso electoral que se extendió hasta el mes de abril y posteriormente, en las dificultades que se enfrentaron para lograr un acuerdo que ayudara a restituir la sostenibilidad de las finanzas públicas en un plazo medio.
Afectaron elementos como el incremento en los precios de materias primas, principalmente de hidrocarburos causantes del deterioro de cerca de 3% en intercambio del país, así como el proceso gradual de normalización de la política monetaria en naciones avanzadas.
También se originaron tensiones en los mercados financieros internacionales por la disputa comercial entre Estados Unidos y China, así como un efecto negativo sobre el intercambio comercial de Costa Rica con Centroamérica, generador principalmente por la situación política y social de Nicaragua.
En la macroeconomía costarricense del 2018, sobresalen aspectos como el mantenimiento de la inflación, baja y contenida dentro el rango meta del Banco Central (de 2% a 4%).
El Banco Central estima que el crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) rondará este 2019 el 2,7%.
Expectativas
Para Hernán Varela, gerente de administración de portafolios de Lafise, Costa Rica sigue enfrentándose a retos. “Sin embargo, se puede decir que estamos en una mejor situación, ya que la reforma fiscal redujo al menos un importante signo de pregunta que la aquejaba. Es probable que en el corto plazo se dé una recuperación”, dijo.
No obstante, el experto indica que a pesar de que se aprobó el plan fiscal, aún hay mucho camino por recorrer. “Se necesita una implementación exitosa del mismo, así como una serie de reformas adicionales, como la que fue anunciada por el Gobierno en cuanto al empleo público. El principal problema sigue siendo el déficit fiscal y los riesgos que este representa para la estabilidad de la economía local”, explicó Varela.
Por otra parte, Luis Diego Herrera, analista económico de Grupo Financiero ACOBO, considera que la preocupación para este año recae en que la capacidad de endeudamiento ya está llegando a su tope.
“Es preocupante porque limita la capacidad de pago de las personas, parte de sus ingresos mensuales podrían estar siendo destinados al pago de la deuda, lo que reduce su posibilidad de adquirir bienes y servicios o atender una emergencia”, detalló Herrera.
De acuerdo con el analista, en el agregado esto provoca que el consumo privado se frene, desacelerando así la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), ya que las personas consumen menos y con ello las empresas comenzarán a producir menos, a reducir el nivel de empleo y por ende, las fuentes de ingresos disponibles.
Un aspecto importante al que se refiere, es que el alto nivel de endeudamiento se explica por las bajas tasas de interés en dólares presentes en la economía durante los últimos años y la estabilidad del tipo de cambio.
“Estos factores provocaron que muchas personas adquirieran créditos en dólares sin ser generadores de ellos. Sin embargo, este aspecto ha venido cambiando en los últimos meses, dando como resultado aumentos en las tasas de interés en dólares y colones”, comentó el analista financiero.
Además añadió que el crecimiento económico en el 2019 se podría esperar que sea cercano a 3,0% tomando en consideración el comportamiento reciente del consumo de los hogares, la necesidad de moderar el gasto del gobierno dada la delicada situación fiscal y las expectativas de desaceleración de la economía global.
Dinamización económica
De acuerdo con Varela, existen planes anunciados por el Gobierno que podrían ayudar a la reactivación económica del país, como los proyectos de infraestructura, catalogados por él como claves. Subraya que la agilidad en el otorgamiento de permisos puede ser muy beneficiosa para el país.
En cuanto a la acción ciudadana, considera que cada uno debería tomar decisiones de ahorro e inversión responsables para dinamizar la economía. “Esto les permitirá mantener un nivel de gasto adecuado acorde con sus ingresos”, contó el gerente.
Herrera por su parte considera que incrementar el gasto de capital en puertos, autopistas y carreteras, es la solución. “La inversión en infraestructura pública ayuda a contrarrestar el freno del gasto en la parte privada. El dinero para construir ya está aprobado mediante créditos con organismos internacionales que solamente están a la espera de ser ejecutados, por lo que se pueden aprovechar para realizar mayor inversión en infraestructura“, señaló Herrera.
Agregó que en una coyuntura como la que vive el país actualmente, es importante no reducir el gasto capital, pues este mejora la competitividad de la economía y genera externalidades positivas sobre la misma.
El analista comentó que en el corto plazo no se observa una economía costarricense muy dinámica. “El país aún debe realizar reformas en materia fiscal para reducir el gasto, el consumo vía crédito no mostrará los niveles previos y la economía mundial tendrá un crecimiento moderado“, concluyó.
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