A pesar de que el manatí es símbolo nacional de Costa Rica desde el 2014 y por ende, el Estado costarricense tiene la obligación de promover su protección, son pocos los esfuerzos públicos y privados dirigidos hacia la conservación de este animal.
Las poblaciones del Manatí Antillano han disminuido drásticamente a nivel regional en los últimos años, a causa de actividades humanas como: la pesca ilegal e incidental, cacería, contaminación y colisiones con botes. Según criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), la especie ya es catalogada como una especie en peligro de extinción.
Para buscar una solución a la situación, un grupo de científicos trabajan en un monitoreo participativo basado en técnicas acústicas, para estimar el tamaño poblacional del manatí en Costa Rica y determinar el estado actual de su hábitat.
Esta investigación promovida por MarViva, STRI y Costa Rica Wildlife Foundation (CRWF), es necesaria para entender cómo este animal utiliza su hábitat y con ello, mejorar la toma de decisiones respecto a su protección. De acuerdo con los expertos, cada manatí tiene su propia vocalización y sus llamados se pueden vincular a individuos específicos, lo que ofrece una manera de estimar la cantidad de manatíes presentes en un hábitat particular en un momento dado.
Jorge Jiménez, director general de Fundación MarViva, explicó: “Estimar la población de manatíes en Costa Rica es como trabajar a oscuras, es un reto contar lo que no se puede ver y este vacío de información y desconocimiento debe llenarse para tomar decisiones fundamentales y basadas en la ciencia, que se requieren para el manejo de este mamífero acuático”.
En un año se han identificado ocho animales en la zona
La investigación ya lleva un año en desarrollo, en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Mixto de Barra del Colorado, en la región noreste del caribe costarricense, caracterizada por sus condiciones lluviosas y boscosas.
A través de ella se han logrado identificar ocho individuos que habitan en la zona, lo que es un gran avance dada la complejidad para el monitoreo por las condiciones del agua.
“Aunque son difíciles de divisar, los manatíes se comunican entre sí bajo el agua, emitiendo chillidos o silbidos para atraer a su compañero, mantenerse en contacto con crías, aparearse y advertir sobre amenazas. Con estas vocalizaciones podemos identificar dónde, cuándo y quién está bajo el agua, y cada cuánto pasan por el mismo lugar, ¡es asombroso!”, explicó Héctor Guzmán, ecólogo del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) y co-investigador del proyecto.
De acuerdo con Fundación MarViva, como parte del proyecto se realizan actividades de sensibilización e involucramiento con miembros de las comunidades donde se ejecuta la iniciativa.
“Las amenazas del manatí se deben a las actividades humanas, y es por eso que la gestión comunitaria se vuelve vital para un abordaje integral y efectivo. Hemos trabajado con niños y adultos desde febrero de 2020, y actualmente tenemos un grupo organizado de ciudadanos que nos informan sobre avistamientos de esta especie”, concluyó Sofía Pastor, bióloga y co-investigadora de CRWF
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