

Los Obispos de la Conferencia Episcopal y la Nunciatura Apostólica en Costa Rica están invitando a todas las diócesis y parroquias del país a unirse al Papa Francisco. El pontífice celebrará el Acto de Consagración de Rusia y Ucrania al Corazón de María, el viernes 25 de marzo, a las 10:00 a.m. (hora de Costa Rica).
Según detallan mediante un comunicado de prensa, los Obispos de la Conferencia Episcopal se unirán a esta celebración de la Iglesia universal desde el Santuario Nacional y Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles en Cartago. A las 10:00 a.m. será el Acto de Consagración y a las 11:00 a.m. se celebrará la Eucaristía por la paz.
Según comunicó la CECOR, a los Obispos se unirán el Encargado de Negocios de la Nunciatura Apostólica, autoridades del Estado y miembros del Cuerpo Diplomático. Asimismo, han invitado a todas las diócesis y parroquias de Costa Rica a sumarse a esa celebración, idealmente a la misma hora en que lo hará el Papa (vía internet u otros medios de comunicación), o a distintas horas del 25 de marzo, a través de la Santa Misa, Horas Santas, Adoración Eucarística, Liturgias Penitenciales, etc.
Para orar al unísono, la Conferencia Episcopal enviará la fórmula de consagración que usará en Santo Padre.
El Obispo de Ciudad Quesada y Presidente de la Conferencia Episcopal, José Manuel Garita exhortó a los fieles a unirse a esta celebración en las distintas comunidades cristianas de nuestro país.
Qué significa la Consagración de Rusia al Corazón de María
En 1917 la Virgen se apareció en Fátima, Portugal, a tres niños pastores analfabetos –Lucía, Jacinta y Francisco– y les dijo que volvería para pedir la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón: “Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia…” (Mensaje de Fátima)
En 1929, Lucía dos Santos, se encontraba en la localidad española de Tuy, Pontevedra, y tuvo una visión de la Santísima Trinidad y de la Virgen María, que le dijo que había llegado el momento de que el papa realizase la consagración en unión con todos los obispos del mundo (tomado del libro Juan Pablo Magno por Carlos Miguel Buela).
Las consagraciones se hicieron, pero la realidad es que no se ha mencionado el nombre de Rusia explícitamente en ninguna.
El papa Pío XII consagró el mundo al Inmaculado Corazón en 1942 con un mensaje de radio dirigido a Fátima. Diez años después, también consagró específicamente a los “pueblos de Rusia” al Inmaculado Corazón con una carta apostólica.
Por su parte, Juan Pablo II consagró el mundo al Inmaculado Corazón en 1984, en un acto al que estuvieron convocados todos los obispos del mundo. En mayo de 2010, Benedicto XVI consagró a los sacerdotes al Inmaculado Corazón en Fátima. En octubre de 2013 Francisco consagró el mundo a la “Bienaventurada María Virgen de Fátima” en la Plaza de San Pedro.
Mediante una carta de noviembre de 1989, Lucía afirmó que la consagración de 1984 había sido hecha como había pedido la Virgen. Sin embargo, varios estudiosos de las apariciones de María Madre de Dios en Fátima, Garabandal y Medjugorje afirman que no se ha mencionado a Rusia explícitamente como la Virgen lo pidió.
Carta de obispos ucranianos
El 2 de marzo de 2022 los obispos católicos ucranianos dirigieron una carta al papa Francisco pidiéndole la consagración de Ucrania y Rusia al Corazón de María. El 15 de marzo Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, informó que el papa lo haría en una oración penitencial el 25 de marzo en una celebración penitencial en la Basílica de San Pedro y el cardenal polaco Konrad Krajewski haría lo mismo en Fátima.
En Costa Rica, la CECOR lo anunció el 19 de marzo mediante un comunicado de prensa.
Como asegura Antonio Olivié, CEO de Rome Reports, “con esta nueva guerra en Europa, está por verse si la revelación de Sor Lucía en Fátima -con un Papa que muere por soldados- pertenece al pasado o está aún por cumplirse. Por si acaso, el próximo 25 de marzo, en Roma y en Fátima, el Papa pondrá a Rusia y a Ucrania en manos de la Virgen”.
No es un acto de magia
El padre José de Jesús Aguilar, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México, precisó que estas consagraciones “no son actos de magia”, en los cuales “simplemente el Papa hace este evento de consagración y automáticamente viene la paz, automáticamente cambian las cosas. (…) Se trata de que toda la Iglesia tome conciencia de que tenemos que orar por Rusia, de que tenemos que dar un testimonio para que aquellos que viven en Rusia tengan el interés, el deseo de vivir en paz, de respetar los credos, de respetar los países y, si es posible, incluso que muchos, viendo el testimonio de los cristianos puedan hacerse católicos, pueden hacerse cristianos”, señaló en un video en su canal de Youtube.
La oración que se rezará en todo el mundo
Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.
Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes.
Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común.
Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.
En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.
Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión.
En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: «¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.
Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3).
Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.
Acoge, oh Madre, nuestra súplica.
Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.
Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.
Tú, «tierra del Cielo», vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.
Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.
Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.
Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.
Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.
Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.
Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz.
Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.
Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27).
Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti.
El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.
Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania.
Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El «sí» que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará.
A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.
Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios.
Tú que eres «fuente viva de esperanza», disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.
- Nueva plataforma simplificará y potenciará el comercio centroamericano - 27 de noviembre de 2023
- Disfrute “En las ramas del ciprés” esta Navidad - 23 de noviembre de 2023
- H&M abre en Multiplaza del Este en Curridabat el 1 de diciembre - 15 de noviembre de 2023
Comentarios