Comer de manera saludable no solo depende de un esfuerzo personal, sino que está condicionado por diferentes actores y sectores productivos que interactúan entre sí en sistemas alimentarios complejos.
Un sistema alimentario comprende todas las acciones que toman lugar para producir y gestionar la alimentación de las personas. Desde aranceles e impuestos, políticas estatales, acceso a servicios de salud, espacios de ejercicio comunal y el precio de los alimentos, todos estos aspectos influyen en cuán saludable somos como sociedad. Sobre esto se expuso en el Seminario "Medidas Estructurales para Generación de Entornos Alimentarios Saludables y Sostenibles, organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Ministerio de Salud, la Universidad de Costa Rica, INCIENSA y la fundación Hivos.
De acuerdo con la investigadora en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Salud Pública de México, Lizbeth Tolentino, las empresas productoras de alimentos juegan un importante rol dentro de los sistemas alimentarios, pero usualmente reducen su impacto a conveniencia.
“La industria alimentaria tiene un discurso (sobre salud) que dice que 50% de se debe a la dieta y 50% a actividad física. Sin embargo, en los últimos años la evidencia científica ha demostrado que es más del 70% lo que se debe a dieta y menos lo que se debe a la actividad física”, explica Tolentino.
De acuerdo con la funcionaria, entre el 2000 y el 2013 la venta de productos procesados aumentó un 24% en México y sus pobladores consumen más del 10% de azúcares añadidos recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Para revertir dicha situación, Tolentino ha trabajado para tratar de regular y mejorar la manera en que se alimentan los mexicanos y reconoce que es necesario abarcar más allá de los ámbitos nutricionales. Uno de los últimos logros del Instituto fue la aprobación unánime del etiquetado frontal por parte de la Cámara de Senadores.
El etiquetado frontal, aprobado en países como Chile, Uruguay y ahora México, permite que las personas puedan conocer de manera más clara cuáles productos son altos en nutrientes críticos como azúcar o sodio. Con lo cual, la población tiene acceso a información nutricional pertinente y su entorno ambiental mejora.
Causantes externas
El marketing y publicidad alimentaria masiva son dos de las muchas causas subyacentes o secundarias de la mala alimentación y la obesidad en la población, de acuerdo con Tolentino.
Además del mercadeo masivo, dentro de esta lista también se encuentra el precio de los alimentos, su tiempo de preparación y otros factores externos como el medio ambiente y el acceso a servicios de salud.
Así como existe un ambiente externo, en el ámbito personal, factores como los gustos, la accesibilidad a los alimentos y el poder de compra también inciden en la elección de alimentos.
Plan de trabajo
Desde el Instituto, se plantean 5 ejes de acción para contrarrestar los efectos negativos que tienen factores tanto internos como externos en el consumo de su población:
Asegurar la buena alimentación en los primeros mil días de vida de los infantes, promoviendo la apertura de salas de lactancia en lugares públicos y ambientes laborales.
La regulación de publicidad en alimentos y bebidas, en especial aquellas dirigidas a menores de edad.
Aplicación de etiquetado frontal en alimentos y bebidas con altos contenidos de nutrientes críticos como sodio, azúcar y grasa.
Apertura de espacios recreativos públicos en donde las personas puedan ejercitarse y llevar a cabo actividades físicas.
Gestionar medios de transporte público efectivos para una mejor movilización y el fomento a la actividad física.
Tolentino espera que en el futuro más países adopten un enfoque integral para luchar contra la desnutrición y la obesidad.
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