La Iglesia Católica, a través de los obispos de la Conferencia Episcopal del país, hizo un llamado al Gobierno para que invierta los recursos materiales y humanos, en frenar la violencia y los homicidios.
El 2023 cerró con la cifra de 907 personas asesinadas, y en lo que ha avanzado este nuevo año, se conoce sobre casi 40 crímenes de este tipo.
Ante este contexto, los obispos aseguran que es necesario renovar el pacto social, y colocar en el centro de la vida a las personas. Asimismo, recalcan que urge redoblar un esfuerzo nacional por la paz.
“Nuestro llamado es también a reforzar la unidad, el amor y la vivencia de la fraternidad en el seno de nuestras propias familias, que permitan una adecuada educación en valores de niños y jóvenes”, alega la Iglesia.
Una emergencia que debe ser tratada como tal
Al ser una emergencia, para los obispos esta situación debe tratarse como una prioridad. Presencia policial firme y permanente es uno de los puntos que recomiendan, eso sí, que estos tengan mayor presencia en lugares y ambientes donde se conoce que hay actividad delictiva.
“Es necesario que en cuanto antes, se discutan y se aprueben leyes que permitan a las autoridades disponer de más y mejores herramientas legales para cumplir su trabajo, manteniendo la lucha contra la corrupción en sus funciones y contando con recursos económicos suficientes para hacerles frente”, asegura la Conferencia Episcopal.
Como un gesto de compromiso de parte de los obispos, pidieron a todas las parroquias del país, que en la Cuaresma se ore por la paz y por el fin de la violencia homicida que causa daño a Costa Rica.
Idolatría al dinero y una ideología individualista causan problemática
Durante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Aparecida, se señalaron diversas causas de esta problemática: idolatría al dinero, avance de la ideología individualista y utilitarista, irrespeto a la dignidad de cada persona, deterioro del tejido social, corrupción, entre otras.
“Nos duele en el alma que muchos jóvenes, fruto de la exclusión educativa, la pobreza y la falta de oportunidades, están siendo captados por delincuentes, de cuyos actos detestables deberán dar cuentas a Dios”, manifestaron los obispos.
Específicamente en el caso de Costa Rica, a la ola de violencia se le atribuyen causas como la guerra entre bandas criminales por control de territorio y de mercado; pero también, a factores estructurales, políticos, sociológicos e históricos como la polarización de la sociedad y la desigualdad.
“La fractura social, muestra de un profundo desequilibrio, no solo económico, sino esencialmente moral, es señal de un grave desgaste de los principios de unidad y solidaridad que siglos atrás forjaron la identidad nacional”, concluyó la Conferencia Episcopal.
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